Quizás no has oído hablar de ella, pero la septicemia es una de las causas de muerte más temidas en el mundo, tanto o más que un cáncer de mama o de próstata. Según la Organización Mundial de la Salud, esta enfermedad se produce cuando nuestro sistema inmunológico se sobrecarga ante los organismos infecciosos.
En otras palabras, nuestro cuerpo reacciona de forma exagerada ante una infección pudiendo causar una ataque inesperado y catastrófico a nuestro organismo. Se estima que este problema puede afectar a unas 20 millones de personas cada año.
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Septicemia o sepsis: despripción médica
A la septicemia también se le conoce coloquialmente como sepsis. Quizás ahora te suene más el término, aunque sea de oídas. Desde una aproximación más clínica, se advierte que es una enfermedad potencialmente mortal, en donde el cuerpo libera químicos en la sangre para luchar contra una infección. En la sepsis, la respuesta química de nuestro cuerpo está desbalanceada y este hecho puede desencadenar en múltiples daños a sistemas orgánicos.
De producirse un choque séptico, la presión arterial desciende muy drásticamente, pudiendo causar la muerte a las personas. En prinicipio, la septicemia se puede dar en cualquier indivicuo aunque es más común y peligrosa en estos colectivos:
- Bebés menores de un año
- Embarazadas
- Personas con enfermedades crónicas del tipo diabetes, enfermedades hepáticas, pulmonares o pacientes de cáncer
- Personas con sistemas inmunológicos débiles
- Adultos mayores
Puede ser una enfermedad mortal silenciosa
Debido a la sintomatología y a las diversas caras que presenta la septicemia, esta enfermedad está considerada como una de las asesinas sllenciosas para los que la padecen y finalmente mueren. Si bien en algunos casos se detecta fácilmente por la combinación de una presión muy baja con altas temperaturas corporales, en otros casos el diagnóstico no es nada sencillo, especialmente en ámbitos domiciliarios.
Y es que los síntomas pueden ser confundidos por otras infecciones o patologías. Así que, al igual que otras enfermedades, el diagnóstico precoz de la septicemia es absolutamente vital. De hecho, según muchos médicos, se podrían haber salvado muchas vidas en las últimas décadas de pacientes que finalmente fallecieron por una sepsis.
Señales, causas y síntomas de la septicemia
Para conocer más en qué consiste y cómo detectar una posible septicemia, hay que enumerar y explicar las posibles señales que da esta enfermedad a los pacientes.
Las señales más comunes de la sepsis son:
- Tener dificultadas para expresarse al hablar
- Tener escalofríos o dolores musculares
- Falta de orina
- Dificultades respiratorias
- Aparición de manchas en la piel
Este tipo de alertas son especialmente claras en pacientes vulnerables que están hospitalizadas después de haber tenido una operación. De hecho, una sepsis es una de las complicaciones más importantes que se pueden dar en las unidades de cuidados intensivos de los hospitales.
Tras una intervención importante, puede ocurrir que una persona padezca una infección que le produzca neumonía o patologías en el sistema digestivo, en los riñones en el torrente sanguíneo. Este tipo de infecciones localizadas suelen ser la causa de inicio de una septicemia, la cual puede derivar en complicaciones mayores.
Por tanto, el diagnóstico de una sepsis responde a una infección en donde la la frecuencia respiratoria es igual o mayor que 22 respiraciones por minuto; y la presión arterial (el indicador de la presión sistólica) es menor o igual a 100 milímetros de mercurio.
A nivel visual, la septicemia puede causar formación de coágulos de sangre en partes del cuerpo como las manos o las piernas y su complicación puede desecandenar en la muerte de estos tejidos, más conocida como gangrena.
Tratamiento: el tiempo es oro
Una vez diagnosticada la septicemia, sobra decir que el tiempo es oro para la mejor recuperación de los pacientes. El paciente necesita de hospitalización para iniciar el tratamiento y estar en observación. De hecho, en ocasiones suele precisar de vigilancia en cuidados intensivos, especialmente en el caso de los niños menores de un año.
El tratamiento para combatir la sepsis es el antibiótico, recibido por los pacientes por vía intravenosa. Una vez diagnósticada la patología, se inicia de inmediato este tratamiento que se complementa con otros para controlar la presión arterial.
Si no se conoce la verdadera causa de la infección, los profesionales sanitarios pueden recurrir a un fármaco de amplio espectro, es decir, uno que puede abarcar varios tipos de patógenos. Tras 48 horas del inicio del tratamiento, se revisa para conocer su efectivamente en aras de un posible cambio o no.
Hay pacientes que además pueden precisar de trasfusiones de sangre para ayudarles a evitar la formación de coágulos y que haya un tráfico más fluido de la sangre en el organismo.
Si bien es cierto que la mayoría de las personas que padecen una septicemia leve se recuperan con normalidad, los que tienen cuadros más severos terminan falleciendo en un 40% de los casos. Asimismo, tras una sepsis gravé es posible que una persona padezca infecciones con mayor facilidad en el futuro.
La prevención de la septicemia
Tras analizar el gran problema que puede causar esta enfermedad, conviene hacer una buena prevención de la sepsis para evitar que pueda ocurrir o para estar especialmente rápidos en el diagnóstico, vista la importante de una prevención precoz en los individuos.
De modo que en primer lugar, siempre hay que estar pendientes de las infecciones. Siempre hay que ir a una consulta médica para conocer su procedencia y los posibles peligros.
Tratándose de una infección, lógicamente el lavado de manos (al igual que el coronavirus) será una de las claves para evitar lo que puede ser el detonante de una sepsis.
Muy vigilantes hay que estar con las personas mayores y con los bebés nenonatos, cuyos sistemas inmunológicos son débiles y por tanto son el gran foco a tener en cuenta en una posible septicemia.
Toda mancha inesperada en la piel es susceptible de ser analizada, pero habrá que prestar atención a las que aparezcan con forma punteada y no desaparecen al presionar levemente sobre ellas.
Cabe recordar que todas esta indicaciones son también para todas las personas, ya que como bien recuerda la OMS, cualquier persona puede desarrollar una sepsis, aunque es cierto que las que hemos señalado anteriormente, corren mayores riesgos.
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