“La energía no se destruye, sólo se transforma”. El principio formulado por Antoine Lavoisier podría aplicarse con matices a la irrupción de la Inteligencia Artificial (IA) en el mercado laboral. La tecnología no hará desaparecer el trabajo como concepto, pero sí lo transformará de manera profunda y desigual, creando unos empleos mientras elimina otros. La clave estará en la capacidad de adaptación de empresas, trabajadores y gobiernos en un horizonte que no se medirá en meses, sino en años, dependiendo del grado de madurez digital y la capacidad de inversión de cada sector.
Un ejemplo reciente de cómo la IA puede acelerar procesos es la aparición de ChatGPT a finales de 2022. Su impacto fue inmediato: impulsó la adopción de soluciones de IA y multiplicó las inversiones en un ritmo muy superior al previsto. Esa capacidad disruptiva es uno de los rasgos diferenciales de esta tecnología, capaz de generar “picos” de transformación dentro de una constante de cambio.
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La quinta revolución productiva
La humanidad ha vivido ya varias revoluciones que han marcado su manera de trabajar: la mecanización industrial, la electricidad, la digitalización o la globalización. Hoy asistimos a la quinta: la revolución de la Inteligencia Artificial. Como recuerda Fernando de Águeda, vicepresidente de Scalian para el sur de Europa, “cada avance tecnológico ha eliminado empleos, pero al mismo tiempo ha creado y transformado otros, adaptando el mercado laboral a nuevas realidades”. La IA no es una excepción, sino la evolución natural de esa tendencia histórica.
Su diferencia esencial es que no solo automatiza tareas manuales, sino también cognitivas e incluso creativas. Goldman Sachs lo advertía en 2023 en su informe The Potentially Large Effects of Artificial Intelligence on Economic Growth: la IA generativa podría automatizar el equivalente a 300 millones de empleos a tiempo completo. Sin embargo, el mismo estudio subraya que dos tercios de los trabajos no desaparecerán, sino que serán potenciados por estas herramientas.

Automatización y productividad
Los sectores con mayor carga de tareas repetitivas y administrativas serán los más afectados en la próxima década. En España, Randstad calcula que cerca de dos millones de empleos se verán impactados por la IA. Comercio, hostelería, transporte, almacenamiento y actividades administrativas lideran la lista de ámbitos donde la destrucción neta de empleo será más acusada. En este último sector, se estima una reducción de casi 150.000 puestos.
El reverso de la moneda son los sectores donde la IA impulsará la creación neta de empleo. Programación y consultoría sumarán más de 76.000 nuevos puestos, seguidos de actividades profesionales, científicas y técnicas, así como telecomunicaciones y medios de comunicación. Paralelamente, cerca del 16% de los empleos verán aumentar su productividad gracias al uso de la IA, un factor que puede generar mejoras en competitividad y calidad de vida laboral.
Profesiones liberadas y reorientadas
Más allá de la destrucción o creación de empleos, muchos roles experimentarán una transformación interna. Profesiones donde la rutina y la recopilación de datos consumen tiempo podrán enfocarse en la parte más humana y estratégica.
La Medicina es un ejemplo claro: sistemas de análisis por imagen o herramientas que transcriben automáticamente las consultas permiten al médico dedicar más tiempo al trato personal y al diagnóstico. Lo mismo sucede en el ámbito legal, donde la búsqueda de jurisprudencia, antes laboriosa, se agiliza con IA, dejando más margen para la estrategia jurídica.
Nuevos perfiles para el trabajo de la próxima década
Junto a estas transformaciones, la IA está impulsando el surgimiento de perfiles completamente nuevos. Entre ellos destacan:
- Especialistas en IA y Machine Learning, responsables del desarrollo y mantenimiento de modelos.
- Ingenieros de prompts, expertos en interactuar eficazmente con los sistemas para obtener mejores resultados.
- Auditores de algoritmos y especialistas en ética de IA, encargados de garantizar transparencia, equidad y cumplimiento normativo.
- Supervisores de sistemas automatizados, que validan en tiempo real las decisiones de la IA en entornos críticos como la salud o la industria.
Todos ellos conforman una capa profesional imprescindible para supervisar y guiar una tecnología que, de lo contrario, podría generar sesgos o riesgos.
El valor de lo humano
En paralelo, surgen recomendaciones para combatir la “obsolescencia formativa”. El AI Index Report 2024 de la Universidad de Stanford señala que habilidades como el pensamiento crítico, la resolución de problemas complejos y la inteligencia emocional se revalorizan frente a la IA. Fernando de Águeda lo resume de forma clara: “La IA es una herramienta para analizar, pero la estrategia, la empatía y la toma de decisiones seguirán siendo dominio humano”.
Las empresas también parecen ser conscientes de ello: el Foro Económico Mundial prevé que, de aquí a 2030, 4 de cada 10 trabajadores españoles deberán actualizar sus competencias. A ello se suma que el 79% de las compañías planea formar a su plantilla en estas materias y el 68% prevé incorporar especialistas en IA.
Un reto también institucional
La responsabilidad no recae solo en trabajadores y empresas. Gobiernos y administraciones deben acompañar el cambio con inversión en formación, apoyo a la innovación y, sobre todo, regulación. La clave está en asegurar que los sistemas sean auditables, libres de sesgos y explicables, especialmente en ámbitos sensibles como recursos humanos, justicia o servicios públicos.
Una transformación inevitable
El impacto de la Inteligencia Artificial en el empleo no será inmediato ni uniforme, pero sí irreversible. Habrá sectores que pierdan peso y otros que se conviertan en motores de crecimiento. Lo esencial será entender que no se trata de una sustitución simple de lo humano por lo artificial, sino de una transformación donde la colaboración entre ambos marcará la diferencia.
Como enunciaba Lavoisier, nada se destruye del todo: solo cambia de forma. La IA no acabará con el trabajo, pero sí con la manera de entenderlo. Y en esa transformación, la capacidad de adaptación será la verdadera medida del éxito.









