Durante los años de crecimiento de un niño, ellos tienden a usar más una mano para ciertas actividades, especialmente para escribir y dibujar, el “uso preferido de una de las manos” de los niños generalmente está categorizado como derecho, zurdo, o ambidiestro, y se tiende a establecer al mismo tiempo que adquieren el idioma – cerca de los 4 años de edad. Esta característica se mantiene persistente a lo largo de nuestra vida.
Sabemos que la preferencia de un niño por una mano u otra nos dice algo de la organización y funcionamiento del cerebro.
Los hemisferios derecho e izquierdo del cerebro controlan acciones motoras del lado opuesto del cuerpo. Aun, las dos mitades del cerebro no son iguales en su control de diferentes tipos de comportamientos, lo que resulta en el uso de una mano para ciertas tareas. La dominancia de un hemisferio sobre el otro para ciertos comportamientos es llamada lateralización cerebral.
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¿Por qué somos diestros o zurdos?
Los científicos creen que hay razones claras para la evolución de la lateralización cerebral. Primero que todo, tener un hemisferio que tome el control de procesos disminuye la posibilidad de que ambos hemisferios compitan para controlar una respuesta. Además permite a diferentes procesos como el lenguaje y la atención de operar en paralelo a través de los dos hemisferios.
Para la mayoría de las personas, el hemisferio izquierdo del cerebro es el usado para hablar. Y la misma región del hemisferio izquierdo que controla el habla, controla además las acciones con las manos.
Como resultado, la mayoría de la población humana (cerca del 90%) usa la mano derecha cuando utilizan herramientas, como lápices, y cuando hacen gestos. Los psicólogos evolutivos especulan que el uso de herramientas y los gestos con las manos jugaron un papel importante en la evolución del habla humano. Una teoría sugiere que como la visión es nuestro primer sentido, los gestos con las manos fueron la primera forma de comunicación humana. Como nos volvimos más eficientes con el uso de herramientas, era más eficiente mantener nuestras manos libres para el uso de herramientas y nuestra comunicación fue transferida al habla. Las secuencias estructuradas de las acciones con las manos que se requerían para crear y usar herramientas pudieron haber preparado al cerebro para la sintaxis lingüística.
Con el fin de adquirir habilidades complejas como el lenguaje, los niños deben primero desarrollar habilidades básicas sensoriales y motoras. Los psicólogos de desarrollo discuten que buenas capacidades motoras como manipular objetos y la gesticulación, prepara el terreno para adquirir sistemas que se requieren para el desarrollo subsecuente del lenguaje.
¿Izquierda, derecha, o ambas?
A mediados del siglo XX, los científicos consideraron que ser zurdo era anormal. Estaba asociado con disfunciones en el desarrollo que van desde déficits en el lenguaje a trastornos de salud mental. De hecho, muchos niños zurdos de esta era fueron forzados a escribir con sus manos derechas como un intento para “retenerlas”.
Hoy en día, entendemos que la preferencia por una mano o por la otra no es una característica binaria (izquierda o derecha), sino que, existe junto con un gradiente que va desde muy zurdos a muy derechos.
Tan pronto como empiezan a desarrollar sus habilidades motoras, los niños pueden usar ambas manos para cosas simples como alcanzar un objeto. Esto es porque ambas manos pueden completar esta acción con facilidad. Aun, para la mayoría de la población, tareas más complejas requieren propiedades especializadas de procesamiento del hemisferio izquierdo del cerebro. Por ejemplo, la mayoría de los niños escogen su mano derecha para escribir.
Estudios recientes indican que los niños que son muy zurdos o muy derechos, tienen además buena lateralización cerebral y producción del lenguaje. Por otra parte, los ambidiestros (que no desarrollan una mano dominante) han sido enlazados con un desarrollo atípico de las habilidades motoras y de lenguaje.
¿Cómo puede ser bueno ser diestro o zurdo?
Un estudio en progreso está considerando como la preferencia de una mano o la otra de los infantes puede ser usada como un marcador en el riesgo de un niño de desarrollar trastornos de lenguaje. Diagnósticos actuales de trastornos del espectro autista (ASD – por sus siglas en inglés) tienden a ocurrir relativamente tarde, cuando los niños fallan al producir y entender cosas básicas del lenguaje. Diagnósticos tardíos pueden limitar los beneficios que pueden provenir de terapias e intervenciones realizadas desde temprano. Los cerebros de los infantes son increíblemente flexibles y la correcta intervención a tiempo puede mejorar el desarrollo cognitivo y la salud mental.
Mapear las vías de desarrollo de las bases motoras y habilidades cognitivas en los niños nos permite entender mejor la relación entre la organización del cerebro, y funciones y comportamientos cerebrales.
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