“La vida es una serie de adicciones y sin ellas estamos muertos”
[no_toc]Esta es una de mis citas favoritas en la literatura académica de adicción. Esta declaración provocativa y controversial fue hecha para estimular el debate acerca de si actividades potencialmente problemáticas como apostar, el sexo y el trabajo se pueden clasificar como adicciones genuinas.
Muchos de nosotros nos podemos decir a nosotros mismos que somos “adictos” al chocolate, al trabajo, o alguna otra cosa, o conocemos a otros a los que podemos describir como “enganchados” a la televisión o a los videojuegos. Pero, ¿tienen base estas suposiciones?
Este problema se resume a como se define la adicción en primer lugar – ya que muchos de nosotros discrepamos en cuales son los componentes de la adicción. Muchos discutirían que las palabras “adicción” y “adictivo” se han usado tanto para circunstancias del día a día que han perdido sentido. Por ejemplo, decir que un libro o un programa de televisión en específico es “adictivo” hace que la palabra sea inútil en situaciones clínicas. Aquí, la palabra “adictivo” es discutiblemente usada de una manera positiva pero devalúa su verdadero significado.
Entusiasmo saludable… ¿o un verdadero problema?
Una de las preguntas que más se hace es: ¿Cuál es la diferencia entre un entusiasmo excesivo saludable y una adicción? La respuesta es simple: un entusiasmo excesivo saludable “agrega” a la vida, mientras que una adicción toma parte de esta. Igualmente pienso que para clasificar un comportamiento como adictivo, este debe comprometer unos componentes claves, incluyendo una extrema preocupación, conflicto con otras actividades y relaciones, y uso del comportamiento para alterar el humor.
Otras consecuencias, como sentirse fuera de control, a menudo están presentes. Si todas estas señales y síntomas están presentes entonces llamaría a ese comportamiento como adictivo.
La ciencia de la adicción
Hace unos pocos años, Steve Sussman, Nadra Lisha y Mark Griffiths publicaron una reseña examinando la relación entre 11 comportamientos potencialmente adictivos reportados en la literatura académica: fumar tabaco, tomar alcohol, consumir drogas ilegales, comer, apostar, usar internet, el amor, el sexo, el ejercicio, trabajar y comprar. Examinaron los datos de 83 estudios de gran escala y reportaron una prevalencia de una adicción entre los adultos estadounidenses que van desde: tan bajo como el 15% a tan alto como el 61% en un periodo de 12 meses.
Además reportaron que en cualquier momento casi la mitad de la población de Estados Unidos es adicta a uno o más comportamientos.
Existe mucha literatura científica que dice que tener una adicción te hace más propenso a tener otras adicciones. Además es común que las personas renuncien a una adicción para reemplazarla con otra (lo que los psicólogos llaman “reciprocidad”). Esto es fácil de entender, como cuando una persona renuncia a una adicción, deja un vacío en la vida de la persona, y a menudo las actividades que pueden llenar ese vacío y proveer experiencias similares son otras adicciones. Esto ha llevado a la gente a pensar que personas así tienen una “personalidad adictiva”.
¿Personalidades adictivas?
Mientras que existen muchos factores predisponentes para el comportamiento adictivo, incluyendo los genes y los rasgos de personalidad, como un alto neuroticismo y un bajo nivel de consciencia, la personalidad adictiva es un mito.
Aunque hay muy buena evidencia científica de que la mayoría de la gente con adicciones es altamente neurótica, el neuroticismo por sí mismo no predice la adicción. En pocas palabras, no existe buena evidencia de que haya un rasgo específico en la personalidad – o un conjunto de rasgos – que pueda predecir la adicción.
Hacer algo habitualmente o excesivamente no necesariamente lo hace problemático. Mientras que hay muchos comportamientos, como tomar demasiada cafeína o ver mucha televisión, que teóricamente se pueden describir como comportamientos adictivos, es más probable que sean comportamientos habituales que son importantes en la vida de una persona que causan poco o ningún problema. Como tal, estos comportamientos no se deberían describir como una adicción, a menos que el comportamiento cause efectos psicológicos o fisiológicos negativos en la vida diaria.
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