El consumo compulsivo puede convertirse en un problema importante como lo es el consumo de drogas y alcohol, la adicción a los videojuegos o la ludopatía, por citar unos cuantos ejemplos conocidos. En este artículo vamos a explorar este tema con una visión psicológica que ayudará a superar este problema a quien lo tenga. Aportemos las primera pautas de comportamiento antes de poder abordar el trastorno con expertos sobre la materia.
En primer lugar, hay que decir que los últimos años se ha notado un aumento de personas que han entrado en terrenos peligrosos desde el consumo compulsivo. A diferencia de décadas anteriores, los perfiles de hoy en día no son personas de clase media alta que tenían poder adquisitivo y gastar dinero sin control. No, ya no son personas con mucho dinero y además son más jóvenes los que padecen el trastorno del consumo compulsivo.
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Endeudados e insatisfechos, dos claves para entender a personas con consumo compulsivo
Así que el problema, además de psicológico, también lo termina siendo de dinero, ya que muchas personas se dejan el sueldo con compras como moda, tecnología o cualquier cosa que realmente no necesitan. Llegan muy justos a final de mes y terminan endeudándose para seguir inmersos en su consumo compulsivo o para financiar otros gastos de vida.
Nada ha contribuido en estos últimos 15-20 años el auge del comercio electrónico al tratarse de un escaparate que funciona las 24 horas del día, los 7 días de la semana. De hecho, la digitalización es una de las claves del aumento del consumo compulsivo, ya que muchos perfiles son realmente adictos a las ofertas casi diarias que se dejan ver en Amazon y el resto de las plataformas o marketplaces.
Un poco de psicología en el ecommerce
Las promociones de precios especiales y las rebajas pueden dejar “tiritando” nuestros bolsillos. Son muchos los que se dejan llevar por oportunidades de compra tentadoras, reclamos publicitarios atractivos y las crecientes facilidades financieras para comprar a crédito: tres factores que, sumados a la inflación, pueden hacer que la famosa cuesta de enero se convierta, en muchas ocasiones, en la cuesta de febrero, cuando se acumulan los cargos en la cuenta de los pagos que se han realizado con las tarjetas de crédito.
Pero ¿por qué tantas personas se dejan llevar por los excesos y luego sufren las
consecuencias? Los expertos en psicología María Ibáñez Goicoechea y Jesús Jiménez Cascallana, directores del Centro de Psicología e Introspección, en Madrid, nos explican las causas que nos llevan al consumo compulsivo y nos dan algunas claves para poder evitarlo:
Las comparaciones
Cuidado con las comparaciones. La comparación con los demás es un factor clave para que alguien gaste más de lo aconsejable según su economía. De la comparación surge el sentimiento de inferioridad, el malestar y la envidia, que suelen impeler a tratar de equilibrar esa sensación de que uno es menos que los demás si no tiene unas vacaciones exóticas, los mejores manjares en la mesa, o si no hace los mejores regalos de la familia.
Apariencias
No dejarse llevar por las apariencias. Hay que tener en cuenta que “la situación de aparente abundancia, tan reconfortante y atractiva, da paso a una necesidad de restricciones posterior, para equilibrar los balances financieros personales, para bajar los kilos acumulados…”
El placer no acaba con el malestar
La angustia cotidiana, provocada por el estrés en el trabajo, problemas familiares, una enfermedad, un imprevisto financiero, o por los conflictos sociales, como el ambiente político, la inseguridad creciente en ámbitos sanitarios, económicos, e incluso la guerra y el cambio climático, son otros factores que empujan a los excesos. “Parecen demasiados retos, y hay una creencia muy arraigada de que el placer acaba con el malestar, por lo que dejarse llevar por los excesos puede parecer una puerta de escape, un bálsamo para tanta zozobra, cuando en realidad es una anestesia temporal y cuando se pase su efecto nos va a devolver al malestar inicial con algunos extras añadidos, como la cuesta de febrero, los kilos de más, el arrepentimiento, la culpa, el miedo al futuro…”, advierten estos expertos.
Ir a la raíz del problema
Estará bien ser consciente de los perjuicios de dejarse llevar por los excesos y reflexionar sobre ello sin culparse. Pero si no se va a las verdaderas causas psicológicas, es muy probable que se vuelva a recaer una y otra vez, como pasa con cualquier mal hábito de la vida. Siguiendo los ejemplos que hemos puesto, hay que comprender que no hay nadie que sea inferior a los demás, ni por sus bienes, ni por sus habilidades o capacidades, ni por sus circunstancias.
Como seres humanos todos somos igual de valiosos. Hay que aprender a resolver emocionalmente el sentimiento de inferioridad y el miedo al menosprecio, empezando por no menospreciarse a uno mismo. Respecto a intentar calmar el malestar buscando el placer, ya sea por la comida, por la sexualidad, por competir y ganar, o por cualquier otra cosa, hay que tener en cuenta que produce adicción psicológica y, más temprano que tarde, sufrimiento.
En este sentido, no hay que confundir el placer con el bienestar, con la alegría ni con disfrutar de las cosas buenas de la vida, que no producen efectos secundarios.
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Siguiendo estas recomendaciones es el primer paso para salir del problema del consumo compulsivo. Es el primer paso a seguir antes de visitar a expertos en psicología. Además de esta cuestión, los directores del Centro de Psicología e Introspección tratan habitualmente otros como la ansiedad, el estrés, las fobias, los trastornos obsesivo-compulsivos (TOC), la depresión, el estrés postraumático, las disfunciones sexuales, los trastornos alimenticios, los abusos sexuales en la infancia, la esquizofrenia, TDAH, trastornos del sueño, problemas de pareja y convivencia y, en el ámbito psicosocial, los problemas derivados de la violencia familiar, de la atención a personas dependientes, bajas laborales o trastornos asociados a procesos de adopción de niños extranjeros, así como orientación para el cambio de centro educativo.
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