La evolución natural en el mundo camina hacia la igualdad entre hombres y mujeres en lo que se refiere a oportunidades y opciones laborales. Ser una mujer emprendedora hoy en día es mucho más fácil que en décadas anteriores y todo ello se debe a muchas manifestaciones y mucha labor de conciencia en el mundo sobre este tema.
Cualquiera en su sano juicio admitirá que tanto una mujer como un hombre puede gestionar un negocio o aspirar a un puesto de responsabilidad en una empresa. Es cuestión de personas, méritos y conocimiento y no un asunto de género. Aunque todavía hay brechas por resolver en un gran número de países en el mundo, la vida de las mujeres ha dado un salto cualitativo en muchos otros.
En España, por ejemplo, la tasa de emprendimiento femenino ha aumentado del 2% al 6% en los últimos 15 años, lo cual parece una cifra tímida, pero es un paso importante para el colectivo de las mujeres. Eso sí, este porcentaje sigue por debajo de la media masculina, que supone un 6,8%.
El objetivo por parte de empresa privada y administraciones debe ser el de conseguir alcanzar la paridad en este sentido porque será muy beneficioso para la economía. Además, se ha estudiado que la gestión femenina y la mujer emprendedora se preocupa mucho por cuestiones como la flexibilidad, la responsabilidad y la sostenibilidad. No es nada malo pues que abunden mujeres al frente de negocios. Pero hace falta más concienciación y más formación para seguir creciendo en esta versión del emprendimiento.
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La importancia de la formación
Las mismas escuelas de negocio deben apostar también por esta línea de trabajo porque en muchas ocasiones son ellas las directas responsables de sacar al mercado mujeres empresarias. Uno de los ejemplos lo podemos encontrar en IEBS, escuela de negocios digital referente en formación online. Su directora general, Susana López, afirma que “aunque el desajuste del porcentaje de mujeres y hombres emprendedores se va reduciendo ligeramente año tras año, se sigue dejando en evidencia una desigualdad estructural que se repite en todas las regiones. Aun así, supone toda una oportunidad, ya que el talento y el desarrollo de las empresas que genera este porcentaje del 50% de las mujeres es alentador y muy determinante para el futuro empresarial”.
En su empeño por alcanzar la equidad, IEBS ha conseguido más del 50% de matriculación femenina en el total de programas. Además, para hacer frente a esta situación e impulsar el número de mujeres que se forman en aquellos ámbitos en los que el número de hombres es mayor, como los programas más técnicos y STEM, IEBS cuenta con su programa de Becas en Femenino, un plan de ayudas destinadas a formar mujeres en competencias digitales para impulsar su incorporación en puestos técnicos y de dirección.
Los rasgos de una mujer emprendedora
Los expertos de esta escuela de negocio han definido una serie de características que debe reunir toda mujer emprendedora. Son estos 7 rasgos:
- Perseverancia: La perseverancia es clave en el mundo emprendedor y especialmente en el caso de las mujeres, que lamentablemente suelen tener que esforzarse mucho más para triunfar. Es una cualidad que sirve para automotivarse y para llegar a alcanzar las metas propuestas sin rendirse, a pesar de los obstáculos y dificultades que se presenten por el camino. En los mejores emprendedores el fracaso no existe, se convierte en aprendizaje.
- Confían en sus aptitudes: Confiar en una misma marcará el futuro del negocio ya que, si una cree que puede, es probable que lo consiga. Se pone a prueba especialmente en momentos de crisis, donde la emprendedora tendrá que tener claro qué quiere conseguir y cómo lo va a hacer. La autoconfianza se aprende analizando los por qué de los éxitos y fracasos para detectar dónde están los límites y las debilidades. En contrapartida, se refuerza ganando éxitos y asumiendo retos.
- Buena comunicadora: Toda emprendedora debe esforzarse en planificar y forjar las relaciones y contactos necesarios. Una buena red de contactos debe proporcionar todos los recursos que una profesional necesite buscar fuera de la empresa, desde información a tecnología, financiación o asesoramiento. Para ello, hay que intentar establecer un diálogo con las personas más relevantes del sector en el que se trabaje.
- Adaptación al cambio: En el mundo en el que vivimos tan volátil y cambiante, las emprendedoras necesitan ser flexibles y ágiles. Deben ser capaces de adaptarse a los posibles cambios repentinos del mercado, a incorporar innovaciones tecnológicas o nuevas leyes que hay que aplicar en las empresas. De la flexibilidad y de su facilidad de adaptarse al cambio dependerá la supervivencia de la empresa. Esta actitud se transmite al resto del equipo.
- Formación: Nadie nace sabiendo cómo emprender. Las profesionales de hoy en día deben estar preparadas para afrontar los retos que se le presentarán. Aunque algunas de las habilidades que debe tener una emprendedora son innatas, la mayoría se pueden aprender. Por ejemplo, los pasos a seguir para crear una empresa desde la concepción de la idea hasta su puesta en marcha, conocer los aspectos fundamentales de la planificación estratégica económico-financiera o a liderar y seleccionar equipos de alto rendimiento.
- Liderazgo: Una emprendedora es una líder, pero esto no se limita a indicarle a cada empleado lo que debe hacer. Dirigir también implica la capacidad de transmitir su ilusión por un proyecto al equipo. Para ello, el diálogo es clave, así como que todos sepan cuáles son sus obligaciones. Hay que pensar que los actos de una manager son un espejo en el que se mira el resto. Para ganarse la confianza de los empleados, hay que actuar con coherencia y admitir los errores cuando sea necesario, así como hacer sentir a todos parte del éxito.
- Autocontrol: Cuando una mujer toma la decisión de emprender se enfrentará automáticamente a diversas situaciones fuera de su zona de confort y a las que no estará acostumbrada. La capacidad de mantener una sonrisa en reuniones complicadas o la habilidad de mantener la mente fría en situaciones de crisis o bajo presión es fundamental. No todos los emprendedores, independientemente de su género, llevan bien el nivel tan elevado de estrés que supone el proceso de creación de un negocio.
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