En 1859, Chevalier Blondin con 25 años, sin arnés de seguridad y ninguna red en donde pudiese caer debajo de él, primero caminó sobre la cuerda floja cerca de medio kilómetro por el desfiladero de Niagara. Luego, en los años siguientes repetiría la hazaña pero con los ojos vendados, cargando una estufa (para pararse a la mitad del camino a cocinar un omelette). En otra oportunidad, en una visita al Reino Unido, cruzó la cuerda floja mientras empujaba a un pequeño león sobre una carretilla. Definitivamente a Chevalier le gustaban los riesgos.
En el mismo año en que Blondin caminó sobre el Niagara, Charles Darwin publicó En El Origen de las Especies por Selección Natural. Quizás a primera vista parezcan eventos totalmente aislados, pero quizá hay mucho más por enlazar de lo que pensamos.
Algunos pueden decir que las hazañas de Blondin eran admirables e inspiracionales, otros dirán que estaba loco. Bajo estas afirmaciones podemos ver como los individuos tienen actitudes remarcablemente diferentes al riesgo. Algunos practican deportes extremos y visitan zonas en guerra, mientras que otros permanecen en casa y viven una vida tranquila. Pero los humanos no son los únicos que tienen varias actitudes de cara al riesgo. Desde peces, cangrejos ermitaños, hasta hamsters, los individuos difieren constantemente en su voluntad de exposición al riesgo.
La primera pregunta es: ¿Por qué algunos individuos toman más riesgos que otros? Una de las respuestas es que en algunos casos, los individuos más audaces tienen un mayor éxito reproductivo. Por ejemplo, en los peces arcoíris, los machos audaces tienen una mayor posición social, mientras que en los pececillos, las hembras prefieren emparejarse con los machos más audaces. Esto puede pasar porque la audacia puede ser señal de buena condición corporal, o porque los machos más audaces tienen la habilidad de evitar los riesgos locales.
Por lo tanto la siguiente pregunta es: ¿Por qué no todos los individuos son arrogantes al peligro? Una respuesta a esto, quizás es que en muchos casos los individuos más audaces tienen esperanzas de vida más cortas. Como muchas otras características, tu nivel de audacia puede seguir varias estrategias comportamentales para la reproducción exitosa.
Proyectando tu audacia en otros
En los humanos, las diferentes actitudes de cara al riesgo se pueden manifestar de formas inesperadas. Un debate reciente de si se les debería permitir a los niños taclear mientras juegan rugby en la escuela, provocó una gran mezcla de respuestas por parte del público. Aquellos que estaban en desacuerdo se basaron en que pudiera haber lesiones muy graves. Mientras que los que estaban de acuerdo decían que debía haber libertad en el deporte y defendieron los beneficios físicos.
Quizás podemos pensar como la evolución puede jugar un papel en este debate. Los humanos son especies ferozmente sociales y cooperativas, y proteger a los miembros más cercanos de nuestro grupo social puede tener una base en la evolución. Al reducir el riesgo de aquellos con quienes compartimos genes, más de nuestro material genético estará preservado. Tener un fuerte grupo social aumenta las posibilidades de procrearnos exitosamente nosotros mismos.
Al mismo tiempo, es muy simple decir que aquellos que están de acuerdo con que los niños ataquen en rugby se están olvidando del peligro que corren los niños. Si tomamos evidencia de otras especies, como en el pez espinoso, una mayor audacia está asociada con una mayor agresividad. En este caso, los investigadores indican que los individuos que están más expuestos al riesgo se enfrentan a este respondiendo agresivamente y audazmente ante las amenazas.
La audacia raramente se estudia de esta manera en los humanos, y los ejemplos arriba son estrictamente hipotéticos. Pero es intrigante considerar que la próxima vez que tú y tus amigos estén discutiendo sobre algo tan aparentemente tonto como el rugby escolar. Quizás las razones nos puedan llevar a Darwin, y sus diferencias en opiniones se pueden ver como marcadores de nuestra evolución pasada, presente y futura.
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