Un trastorno del que poco se habla pero que le sucede a muchas personas en el mundo es el de la tricotilomanía o la extracción constante del pelo de forma voluntaria (a veces inconsciente). Quizás por esta enfermedad surgieran expresiones del tipo “estoy que me tiro de los pelos”.
Coloquialmente, a esta enfermedad se le conoce como trico y forma parte de aquellas conductas categorizadas por los expertos como CRCC, es decir, conductas repetitivas centradas en el cuerpo. Si eres de los que constantemente te arrancas el pelo, has de saber que esa costumbre es un trastorno y recibe el nombre clínico de tricotilomanía.
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¿A quién afecta la tricotilomanía?
Como decíamos al principio, el trastorno de la tricotilomanía afecta a muchas personas en el mundo. Según diversos estudios e investigaciones, una de cada dos personas de un grupo de 50 tienen esta enfermedad en algún momento de su vida.
Puede ocurrir en prácticamente todas las etapas de la vida, desde la infancia, en donde hay una proporción similar en niños y niñas, hasta en la edad adulta, si bien aquí el problema lo tiene mayormente el género femenino de acuerdo con las investigaciones realizadas hasta el momento.
¿Por qué surge esta necesidad de arrancarse el pelo?
Entre los factores que motivan el arrancamiento del pelo o la tricotilomanía está principalmente el estrés. No obstante, el proceso tiene unas fases diferenciadas hasta llegar a niveles más extremos.
En un principio, el paciente joven se inicia tirándose del pelo como si de un juego se tratase. Este hecho no reviste ninguna gravedad ni malestar. Sin embargo, con el tiempo y las repeticiones de estas acciones, la costumbre puede convertirse en trastorno y en un problema psicológico importante.
De hecho, la persona que padece tricotilomanía puede empezar por arrancarse el pelo de la cabeza y también de otras zonas como las cejas, la barba e incluso el vello púbico. Los investigaciones mantienen que es típico arrancarse pelo a pelo pero también hay casos en los que el individuo se arranca verdaderos manejos de vello. Lo llamativo de este trastorno es que más de un tercio de las personas que lo tienen no son conscientes de que se encuentran en momentos de tensión cuando se arrancan pelo.
Tipología
Las psicólogos distinguen tres tipos o fases de la tricotilomanía:
- Temprana. Se localiza en las personas jóvenes y suele corregirse fácilmente, se va con el tiempo. Hablamos de población infantil que toma esta costumbre como un juego. Normalmente desaparece, pero puede que este costumbre se alargue hasta edades adultas.
- Automática. Este tipo de tricotilomanía es la que padecen la mayoría de los pacientes y se trata casi de un instinto inconsciente que aparece en momentos de concentración.
- Consciente. Esta forma de tricotilomanía puede darse simultáneamente con el tipo anterior y causa un deseo irrefrenable de arrancarse el pelo. En esta forma la presión ejerce una enorme influencia en el individuo.
Su relación con otros trastornos
Lo cierto es que la tricotilomanía es una gran desconocida por muchos y los pacientes suelen llegar a conocerla debido a su posible relación con otros trastornos psicológicos.
De hecho, según advierten los expertos, gran parte de las personas diagnosticadas de tricotilomanía también sufren otros problemas como el déficit de atención, la depresió, tricofagia, onicofagia o hiperactividad.
Si bien la relación existe por los casos estudiados, lo cierto es que no hay unanimidad en los expertos acerca de las causas científicas que motivan la aparición de este trastorno. Casi todos coinciden en el estrés como principal causa, aunque no hay estudios empíricos que lo demuestren.
Las consecuencias de la tricotilomanía
La trictilomanía puede calificarse como un problema que no es grave, aunque puede derivar en situaciones penosas. Entre sus efectos, en primer lugar destaca el plano físico. No es que las pacientes tengan dolor al arrancarse el pelo, sino que esta pérdida de cabello afecta finalmente a la imagen, pudiendo generar problemas del tipo social, especialmente a la hora de desarrollar relaciones sociales.
Normalmente, los que padecen este trastorno suelen ocultarlo a los demás, especialmente en el caso de las mujeres, ya que la calvicie en los hombres está comúnmente aceptada a nivel mundial. No pasa lo mismo en el caso de las mujeres.
Así que el gran impacto de esta enfermedad se traslada a la vertiente emocional, ya que esta conducta puede provocar tensiones personales.
Los tratamientos que pueden ayudar
No se trata de un problema que desaparezca de un día para otro, no. El tratamiento lleva su tiempo y su casuística. Para empezar, existen algunos estudios que sugieren que muy pocas personas consiguen superar el trastorno después de un consulta con un especialista.
Sin embargo, la ciencia y el tiempo han demostrado que ademas de la voluntad de cada persona, pueden ser clave los siguientes procedimientos para tratar este trastorno:
Terapia y fármacos
De acuerdo a otros estudios, la mayor efectividad para el tratamiento de la tricotilomanía pasa por la combinación de la terapia conductual con fármacos diana. Un psicoterapeuta será el especialista que en primera línea aborde el problema y los fármacos que recete servirán para mitigar los estados de estrés y ansiedad de las personas afectadas.
La terapia de aceptación y compromiso es la que suelen elegir los profesionales, seguida de la terapia dialéctica de comportamiento. Entramos en términos más técnicos del campo de la psicología que pueden tener la respuesta para resolver la tricotilomanía.
Hipnosis
Además, la psicología ofrece más soluciones como la hipnosis, practicada por muchos profesionales para aumentar la eficacia del resto de abordajes de la tricotilomanía. Cada una de estas sesiones buscará acercar a la persona con sus emociones para facilitar el control de las mismas. Asimismo, a través de la hipnosis se puede llegar a la verdadera raíz del problema y entender así por qué una persona se arranca el pelo.
¿El mindfulness?
Otra actividad que está muy de moda actualmente es el mindfulness o el entrenamiento de la mente. Algunos estudios sobre casos prácticos arrojan resultados positivos en en este tipo de terapia continuada durante, al menos, seis meses.
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