La lava seria nuestra menor preocupación
¿Qué pasaría si todos los volcanes del mundo hacen erupción al mismo tiempo? Aunque esto es muy poco posible que ocurra, es un experimento mental glorioso – y después de todo, los experimentos mentales son el principio básico del proceso científico.
Jessica Ball, una geofísica y volcanologa con la Encuesta Geológica de Estados Unidos (USGS) se deleitó en un escenario volcánicamente inducido. Recientemente, ella habló a Flash Forward acerca de cómo concebir un escenario supervolcánico, resaltando que algunos volcanes serían mucho más peligrosos que otros, y en cualquier caso, el clima mundial cambiaría, de forma casi irreparable. Aunque, es posible que las cosas sean más severas que las que esta volcanologa está dispuesta a sugerir.
Lamas y nubes de cenizas
Inicialmente, habría un pánico masivo al ver que todos los volcanes están haciendo erupción. Los volcanes conocidos por sus erupciones calmadas y lentas – como el Kilauea de Hawái o el Erta Ale de Etiopia – solo rezumarían lava sobre ellos mismos, el cual sería un inconveniente para las personas que viven cerca. Sin embargo, la lava se mueve tan lento que la gente podría alejarse y montarse en un avión.
Sin embargo, los estratovolcanes más altos como el Monte Fuji y erupciones fisurales, como las vistas en Islandia, serían más que un problema. Ambos producirían tanta ceniza que opacarían el cielo y oscurecerían el mundo, zambulléndolo inicialmente en un invierno volcánico. Sin la luz del sol, los cultivos fracasarían y colapsaría la agricultura, junto con la cadena alimenticia más alta.
La gente moriría de hambre, y cualquiera que respire las cenizas sufriría de paros respiratorios agonizantes. Cualquiera que se esconda en edificios será vulnerable a colapsos estructurales: la mayor parte de las cenizas es cinco veces más densa que el agua, y muchas estructuras no están diseñadas para aguantar toneladas de cenizas cayendo sobre ellos.
Flujos piro clásticos catastróficos y enormes barrerían las pendientes a velocidades supersónicas y mataría instantáneamente cualquier cosa que se interponga en su camino. Cualquiera que intente escapar en un avión no podría, ya que se derretirían los motores y se agarrotarían, ya que las cenizas se meterían y se comenzarían a “re-derretir” en gotas de lava.
Una canción de hielo y fuego
Como señala Ball, la peor parte viene del efecto que tendrían sobre el clima las grandes erupciones volcánicas. Como se mencionó anteriormente, el mundo se vería arropado por un invierno volcánico, y el concepto de “estaciones” desaparecería.
Los volcanes han liberado al mundo de apretones de eras de hielo en el pasado. En este caso, “la era del hielo” se refiere a uno de quizás cinco periodos en la historia de la Tierra donde el mundo estuvo extremadamente frío y donde los glaciares se expandieron en gran manera. Esto no se refiere a un máximo glacial, donde el tambaleo de la Tierra en su axis rotacional causa que su vía orbital se extienda más lejos del Sol, suficiente para que los glaciares invadan latitudes más bajas.
Durante los periodos de división continental, donde supecontinentes como Pangea o Rodinia se separaron, se pone en marcha el volcanismo y cantidades masivas de dióxido de carbono son liberados en la atmosfera. Esto calienta rápidamente el mundo, y el hielo se retiraría dramáticamente hacia los polos.
Aunque ocurrirá un enfriamiento global al principio, ya que grandes cantidades de luz solar que reflejan aerosoles de sulfuro son liberados en el cielo, la expulsión de dióxido de carbono a muy largo plazo superará este efecto.
Si todos los volcanes del mundo fuesen a hacer erupción al mismo tiempo, esto es lo que seguramente pasaría, pero a un grado mucho más severo que lo que se haya experimentado alguna vez. No solo eso, sino que grandes reservorios inestables de metano – un gas de efecto invernadero más potente pero de menor duración – también se desencadenarían de sus prisiones gélidas dentro del permafrost del Ártico.
Esto aceleraría el calentamiento planetario, por ultimo haciendo que reservas atrapadas de metano se escapen a la atmósfera en un ciclo letal. Los océanos más cálidos también aguantan menos dióxido de carbono, y mucho de este se esparciría hacia el cielo.
Un mundo pos-apocalíptico “torcido”
En definitiva, se podría esperar que nuestro planeta pase por un ciclo de calentamiento global inexorable e imparable. Si se calienta hasta el punto donde los árboles y las plantas mueran, entonces cualquier cosa que depende del dióxido de carbono moriría con estas. Si el calentamiento alcanzara un punto donde toda el agua de la Tierra se evaporara, entonces no habría sumidero oceánico para la capa atmosférica de dióxido de carbono.
Al final, podríamos parecernos a Venus, cuya atmósfera es sofocantemente rica en dióxido de carbono, y cuya superficie carece de cualquier agua líquida. Eso, como te lo puedes imaginar, no es lo ideal – pero la tristeza quizás no acabe allí.
Hace unos 3.5 billones de años, Marte experimentó una erupción volcánica prolongada que excavó su propio manto, y lo llevó a la superficie. Este desbalance de masa causó que el Planeta Rojo callera 20°, cambiando irrevocablemente sus parámetros orbitales. Esto sería como que Paris se moviera al Polo Norte. Lo mismo podría ocurrir con la Tierra.
En resumen, si cada volcán de la Tierra hiciera erupción, tendríamos un planeta sofocante, sin vida, quemado, desolado. No pasará – no empiecen a hacer planes de mudarse a otro planeta – pero es casi cierto que algún día se usará para una película muy, muy mala.
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