La conveniencia de darles nalgadas a nuestros hijos para disciplinarlos despierta el debate. Pero un nuevo meta-análisis de cinco décadas de estudio sugiere que, en adición a los efectos psicológicos, puede tener un gran precio para los padres.
Medir los efectos de las nalgadas o palmadas es difícil, no solo porque muchas personas entran al tema con opiniones inamovibles, sino porque las nalgadas a menudo están acompañadas por otras formas de castigo, y muchos estudios no distinguen estos suficientemente para realizar conclusiones de solo las nalgadas.
En la revista de Psicologia Familiar, la Dra. Elizabeth Gershoff de la Universidad de Texas en Austin reúne estudios de los efectos de las nalgadas que incluyen un total de 160.927 niños. “Nuestro análisis se enfoca en qué reconocerían los americanos como solo unas nalgadas y no comportamientos potencialmente abusivos,” afirmó Gershoff. Se definieron las nalgadas como una palmada de mano abierta en las nalgas o extremidades.
Gershoff concluyó que existe una asociación entre las nalgadas y 13 de los 17 resultados perjudiciales que testearon. Mas sorprendentemente, ella encontró que es una forma muy inefectiva de hacer que los hijos hagan caso.
“Encontramos que dar nalgadas estaba asociado a resultados perjudiciales no intencionados y no estaba asociado con una sumisión inmediata o a largo plazo, que es lo que quieren los padres cuando disciplinan a sus hijos,” dijo Gershoff.
Por sobre esto, el dicho tradicional de “no me dolió” no se para muy bien. Los adultos que fueron disciplinados con nalgadas en su niñez tenían más posibilidades de sufrir de problemas de salud mental y de comportamientos de maneras antisociales.
Un reporte de UNICEF encontró que en la mayoría de los países, a más del 70% de los niños les dieron nalgadas en el mes anterior, entonces no es obviamente el caso que las nalgadas son siempre desastrosas. Sin embargo, la evidencia compilada por Gershoff sugiere que mientras más se le dé nalgadas a un niño, más posibilidades tenían de mostrar efectos negativos.
El aspecto del estudio de Gershoff que lleva más al escepticismo es su comparación con el abuso físico. “Nosotros como sociedad creemos que las nalgadas y el abuso físico son comportamientos distintos,” dijo. “Aun nuestro estudio muestra que las nalgadas está vinculado con los mismos resultados que los del abuso, solo a un nivel ligeramente menor.”
A pesar del hecho de que los estudios que Gershoff usó datan a los años 60, la comparación entre las nalgadas y el abuso siempre causa una reacción, aunque algunos psicólogos discuten que son la misma cosa.
Suecia eliminó las nalgadas en 1979, pero propuestas recientes para hacer lo mismo en Canadá han sido muy controversiales, mientras que en la legislación de Nueva Zelanda, para eliminar las palizas se opusieron por más del 88% en un referéndum no vinculante después que los opositores a la eliminación afirmaron que “ningún estudio decente muestra que las palizas realizadas por un pariente querido no produce violencia.”
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