La computación en la nube está tan presente en Internet como la sangre dentro de tus venas. Las redes sociales, los servicios de almacenamiento, el correo electrónico, las aplicaciones móviles y el software de la actualidad tienen sus bases en esta tecnología. Sin embargo, aunque la nube está en su apogeo, su evolución ya se prepara. Se llama computación en la niebla.
[quote_left]La computación en la niebla gestionará el Internet de las Cosas.[/quote_left]Si bien ya analizamos dentro de Geekpunto cuáles son las cosas que prepara el Internet de las Cosas y cómo dentro de unos años la mayoría de los objetos de tu casa tendrán pequeñas computadoras para comunicarse entre sí, manejar toda la información generada por los objetos es un reto que pone a pensar a los analistas de la web.
Una de las respuestas para gestionar el mundo de objetos conectados que propone el Internet de las Cosas es la computación en la niebla, que servirá para mover la información generada por los más de 50 billones de objetos que se espera se sumarán a la web dentro de algunos años.
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El Internet de hoy es lento. Muy lento.
“A medida que un sector económico utiliza servicios en la nube y aumentan los dispositivos, máquinas, objetos y bienes de consumo personal –wearables- conectados, se necesitarán mayores velocidades de transmisión de datos y menor latencia”, pronostica la Comisión Económica para América Latina y el Caribe –CEPAL-, dependiente de la ONU, en su estudio La Nueva Revolución Digital.
En la actualidad, la banda ancha móvil más potente que existe son las redes 4G, que soportan picos de 100 a 300 Mbps y alcanzan a satisfacer las necesidades de los servicios en la nube más exigentes. Sin embargo, esta tecnología apenas representa poco más del 1% de la cobertura en América Latina, dice CEPAL, y se espera llegue al 85% para el 2020, año en el que comenzarán a operar también las primeras redes 5G.
Las velocidades en el resto del mundo tampoco son las óptimas para atender un futuro donde más de 50 billones de objetos inteligentes se sumarán a la red con la llegada del Internet de las Cosas. “En 2014, el 20% de las conexiones a nivel mundial alcanzaba los 10 Mbps, el 48% superaba esta velocidad y solo el 29% pasaba de los 25 Mbps, con marcadas diferencias en la velocidad de las conexiones según la región”, señala el organismo filial de la ONU.
“Las aplicaciones de la Internet de las cosas requieren respuestas instantáneas. Estas interacciones, además de usar sistemas distribuidos de red, requieren de múltiples sistemas que conectan a muchos dispositivos que utilizan diversos tipos de protocolos de comunicación. En áreas como la salud, el transporte y la manufactura, las demoras en las respuestas pueden tener serias consecuencias, incluso riesgos para la vida de las personas”, reflexiona CEPAL.
América Latina debe recorrer “un largo camino para obtener una Internet con calidad suficiente para encarar seriamente programas masivos de salud electrónica y transporte con vehículos automáticos”, concluye el organismo.
Si en los últimos cinco años ha sido cuando se han desarrollado la mayoría de soluciones en la nube ha sido por el obstáculo que proveían las bajas velocidades de conexión a Internet, y al mismo problema se enfrenta la adopción del Internet de las Cosas. Las compañías móviles y telefónicas no han hecho bien su trabajo y los gobiernos no han presionado lo suficiente para mejorar las redes de Internet de la región.
Computación en la niebla, el futuro de la nube
“Mientras que la nube está “ahí arriba”, en algún sitio en el cielo, distante y remoto, y deliberadamente abstracto, la “niebla” está cerca del suelo, justo donde ocurre todo. No se basa en potentes servidores, sino en ordenadores más débiles y dispersos como los que se están abriendo camino en aparatos, fábricas, coches, farolas y cualquier otro elemento de nuestra cultura material”, opinó en el Wall Street Journal el columnista Christopher Mims.
Así, la computación en la niebla, también conocida como computación Edge o computación en la orilla, es una respuesta para trabajar con venidero Internet de las Cosas dentro de las actuales velocidades de Internet. Mientras en la nube continúen los servicios como OneDrive, Gmail o Netflix, en la niebla se moverán las aplicaciones del Internet de las Cosas y los objetos inteligentes intercambiarán información sin subir necesariamente a la nube en tiempo real.
Entre las características de la niebla se encuentran la baja latencia y el reconocimiento de la ubicación, su movilidad, su capacidad de albergar un elevado número de nodos y dar respuestas en aplicaciones de tiempo real, principalmente a través del streaming, señala BBVA OpenMind.
Los usos del fog computing se planean para casos como la agilización del tráfico de las ciudades o la gestión de los hogares inteligentes, con situaciones que requieran inmediatez y sean intermedias entre los usuarios comunes y los centros de almacenamiento en la nube ubicados en Internet.
Cisco, una de las compañías que impulsan el Internet de las Cosas, también se prepara para la computación en la niebla. La empresa predice que 40% de los datos producidos por el IoT serán procesados por la computación en la niebla en 2018, y en la actualidad, cerca de 30 de sus productos –módems y routers, principalmente- ya están habilitados para ser los gestores de esas nieblas caseras que coexistirán con nosotros en el futuro cercano.
La llegada de la computación en la niebla, por otro lado, abre nuevas cuestiones sobre la seguridad y la privacidad de la información. Si en la actualidad cada vez más usuarios renuncian a tener su información en un almacenamiento físico para usar opciones en la nube, en el futuro habrá que considerar con mayor detenimiento la transparencia de las compañías con el uso de tus datos y la información sensible que almacenen.
El futuro augura una creciente formación de nubes, pero también la aparición de niebla.
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