La comunidad científica estuvo muy activa a principios de año cuando se reveló que, a pesar de la degradación de Pluto, el Sistema Solar puede que tenga escondido un noveno planeta después de todo, en los lugares más remotos, el cinturón de Kuiper. Basado en las órbitas perturbadas de rocas masivas y cuerpos congelados vagabundeando más allá de la órbita de Neptuno, aún queda tomar una imagen directa, pero evidencia de su existencia, de acuerdo a algunos astrónomos, es bastante fuerte.
Ahora, una nueva pieza de estudio subida por el servidor de pre-impresión de arXiv sugiere que algo incluso más remarcable está ocurriendo más allá de nuestra línea actual de visión. Si el Planeta Nueve sí está allí, es poco posible que haya podido sobrevivir en nuestro Sistema Solar en tan estable órbita por 4.5 millones de años sin algún acompañante planetario. En otras palabras, puede haber un Planeta Diez y Once, y posiblemente más, en las oscuridades, cuyas órbitas se estabilizan entre sí.
“El Planeta Nueve, si existe, se mueve en una órbita alargada que puede ser vulnerable a perturbaciones de largo plazo. En este contexto, un Planeta Nueve solitario puede no ser capaz de sobrevivir en su órbita actual por el tiempo del Sistema Solar”, escriben los investigadores en su estudio. “Un planeta dentro de un grupo planetario tiene mejores posibilidades de estar estable a largo plazo, por lo tanto, si el Planeta Nueve existe, probablemente no este solo”.
El equipo llegó a esta conclusión usando los mismos tipos de modelos numéricos que fueron primero usados por astrónomos para concluir que nuestro Sistema Solar efectivamente contiene un planeta oculto. Sin estos planetas extras, encuentros cercanos con otras estrellas podrían por lo tanto arrojarlo lejos de nuestro Sol.
Este nuevo estudio, liderado por el astrónomo Carlos de la Fuente Marcos de la Universidad Complutense de Madrid, también concluye que muchos objetos grandes cerca del Planeta Nueve – incluyendo a Sedna, un planeta enano que solo es un poco más pequeño que Pluto – serán capaces de permanecer en sus propias órbitas por muchos millones de años por venir.
Sin embargo, otros – como el 2004 VN112, otro planeta enano – ya están en órbitas excéntricas y elípticas que sus interacciones con el Planeta Nueve causaran eventualmente que sean expulsados del Sistema Solar a los rincones oscuros y profundos del espacio.
Las interacciones de objetos masivos, ya sean lunas, planetas, asteroides, estrellas o incluso agujeros negros, son muy complejos, y causan una variedad de efectos. Algunas veces, si están muy cerca uno del otro, pueden colisionar y destruirse entre ellos, el cual explica, entre otras cosas, de donde provienen los anillos de Saturno.
Por otra parte, como se resaltó en este estudio matemático, los planetas en una órbita muy excéntrica e inestable pueden ser perturbados por otro planeta cercano de tamaño similar. La trayectoria hipotética del Planeta Nueve alrededor del Sol es de alguna forma excéntrica, y los modelos del equipo sugieren que sin ser arrojado un poco por otros mundos de tamaño similar, ya hubiese dejado el Sistema Solar.
Parámetros orbitales del Planeta Nueve en 3D
Hablando de las interacciones entre objetos masivos, un estudio reciente sugirió que si el Planeta Nueve es real, pudo haber sido capturado por nuestro propio Sol de otro sistema de estrellas ya que nuestra estrella local dejó su vivero estelar en el comienzo de su vida. Esto podría explicar en primer lugar por qué su órbita es bastante excéntrica.
Como otro estudio que afirma que el Planeta Nueve es posible que sea parte Neptuno, parte Tierra en términos de su geología, esto solo es especulación – aunque rigurosamente científica de naturaleza – hasta que el Planeta Nueve sea detectado directamente. Como dicen: están a la caza.
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