El conflicto existente entre la religión y la ciencia siempre ha existido a lo largo de la historia, desde lecturas en los panteones de la Antigua Grecia a discusiones en foros de internet. Un nuevo estudio indica que el origen de este choque comienza como un conflicto entre dos mecanismos en el cerebro.
Los investigadores llegaron a esta conclusión a través de ocho estudios con cuestionarios diferentes y experimentos mentales. Cada uno contenía entre 159 y 527 adultos y se compararon los resultados de aquellos que creían en un dios o algún espíritu universal con los resultados de aquellos sin creencias religiosas. Los investigadores de la Universidad Case Western Reserve y del Instituto Babson publicaron recientemente sus hallazgos en PLOS One.
El estudio encontró que las personas con creencias religiosas o espirituales suprimían la parte del cerebro que se usa para el pensamiento analítico y así poner en marcha el pensamiento empático. Igualmente, aquellas personas sin creencias religiosas mostraron que suprimían su pensamiento empático para dar lugar al pensamiento analítico.
Sin embargo, los investigadores dicen que ninguna de estas formas de pensar tienen la respuesta a la pregunta del millón; nuestra propia naturaleza nos ha permitido explorar nuestras experiencias usando los dos patrones de pensamiento.
Jack agregó, “La religión no tiene lugar al decirnos acerca de la estructura física del mundo; para eso está la ciencia. La ciencia nos debería dar razonamiento ético, pero no puede determinar que es ético o decirnos como construir y vivir nuestras vidas.”
Es más, ellos discuten que la ciencia y la religión no siempre tienen que ser vistas como dos polos opuestos. Como señala el estudio, muchos de los científicos más famosos del mundo tienen creencias religiosas o espirituales.
Los autores concluyeron indicando que entender la interacción entre el pensamiento analítico y empático los puede enriquecer.
“Lejos de siempre ser un conflicto para la ciencia, las creencias religiosas, bajo circunstancias precisas, pueden promover la perspectiva y creatividad científica,” concluyó Jack.
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