¡He comido suficiente!
No necesitas ser un cirujano, doctor o experto con muchos estudios para darte cuenta de algo tan simple como estar satisfecho. Pero, ¿Cómo ocurre esto? un equipo de neurocientíficos de Canadá y Alemania han averiguado cómo el estómago se comunica con el sistema nervioso central para informarnos que ¡dejemos de meternos comida en la boca!
El primer adelanto en este tema lo podemos ver en los 90s, cuando investigadores descubrieron que una hormona llamada leptina es secretada en el torrente sanguíneo por células grasas con el objetivo de darle la señal al estómago de que está lleno. Sin embargo, cómo esta hormona va desde la sangre al cerebro se había mantenido como un misterio.
El punto principal de contacto entre el torrente sanguíneo y el hipotálamo – una región cerebral involucrada en el control del apetito, entre otras cosas – es conocido como la eminencia media (EM). Aquí, compuestos en la sangre entran con contacto con neuronas, aunque este proceso puede ser riesgoso, ya que la sangre también transporta productos de desecho y otras sustancias perjudiciales que podrían dañar potencialmente estas neuronas.
Por suerte, el EM está cargado con un tipo de célula conocida como NG2-glia, la cual ayuda a proteger a las neuronas estimulando la producción de la vaina de mielina que las abriga. Observando que las NG2-glia son más numerosas en el EM que en cualquier otro lado que en el cerebro, los autores del estudio comenzaron a especular que puede jugar un rol clave al permitir el contacto seguro entre la leptina y las neuronas del hipotálamo.
“Creemos que las células NG2-glia actúan para ayudar y abrigar las neuronas receptoras de leptina, permitiéndoles que instruyan al cuerpo cuando debe dejar de comer”, explicó la coautora del estudio Maia Kokoeva.
Para investigar, desactivaron químicamente las células NG2-glia en el EM de los ratones, y encontraron que esto inmediatamente causó que comenzaran a sobrealimentarse – hasta el punto en que algunos de ellos duplicaron su peso en solo un mes.
Con ganas de tener confirmación de sus resultados, los cuales están publicados en Cell Metabolism, los investigadores luego se las ingeniaron genéticamente para que los ratones carezcan de microglía – otro tipo de célula cerebral que ayuda a proteger las neuronas. Al notar que esto no produjo cambios en el peso de los animales o en los hábitos alimenticios, entonces fueron capaces de afirmar que es efectivamente la NG-glia, y no la microglía, que permite a las neuronas recibir leptina.
De acuerdo a Kokoeva, “la gente que ha sido tratada por tumor cerebral usando radiación para bloquear la proliferación celular a menudo suben de peso”. Los resultados de este estudio pueden por lo tanto proveer una explicación para esto, sugiriendo que “la razón de este aumento de peso puede ser por la pérdida de NG2-glia en la eminencia media como resultado de la radiación”.
Sin estas células vitales, estaríamos literalmente todo el tiempo comiendo sin sentirnos satisfechos, lo cual como que no suena tan mal, ¿no?
Fuentes:
Hormonas que regulan el apetito y la saciedad
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