La seguridad en las ciudades está en tela de juicio en países como España, considerado tradicionalmente como una de las regiones más seguras en el mundo. De hecho, el índice de Paz Global 2022 lo sitúa en el puesto 29 de entre 163 naciones.
Sin embargo, recientemente se han visto datos sobre el aumento de acciones criminales en las calles o un decomiso muy importante de armas blancas por parte de las fuerzas de seguridad.
El profesor de la UOC, Vicens Valentín ha analizado el fenómeno de la seguridad en las ciudades desde un punto de vista de infraestructuras y urbanismo, campo donde es experto este docente. Desde su visión, la sensación de inseguridad se ha visto en aumento en ciudades como Barcelona, donde los datos de criminalidad han bajado cinco puntos, según las estadísticas.
Sin embargo, los barceloneses se sienten muy inseguridad, rozando los niveles máximos históricos registrados en 2019 por parte del ayuntamiento de la ciudad condal. “Cuando hablamos de inseguridad, hablamos de un concepto complejo y sujeto a la percepción de las personas en su relación vital con el medio urbano”, explica Valentí. “No han cambiado demasiado las condiciones de vida de la ciudadanía respecto de los años anteriores a la pandemia y, además, no se conocen nuevas propuestas para hacer frente a la inseguridad, más allá de hacer crecer las plantillas de la policía o confiar (e invertir mucho dinero) en material de prevención situacional, como cámaras de circuitos cerrados de televisión, drones y elementos de seguridad privada». Estas políticas no reducen la criminalidad, pero, en cambio, mantienen o hacen crecer la percepción de miedo a la inseguridad.
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La explicación a la sensación de inseguridad
Según el experto, el problema de la inseguridad ciudadana se sustenta en la confusión (en buena parte interesada de algunos actores sociales y políticos —desde el sector empresarial de la seguridad hasta las posiciones populistas de algunos partidos—) entre la dimensión objetiva (la probabilidad de ser víctima de una agresión personal) y la dimensión subjetiva (el temor difuso a la delincuencia). Esto hace que, sin apenas necesidad de distinguir entre el riesgo real y el percibido —que, a pesar de sus evidentes interconexiones, aparecen claramente diferenciados—, «las demandas de seguridad (la solicitud de la ciudadanía de servicios de protección, sean públicos o privados) se apoyan en un temor difuso a la delincuencia que, a pesar de contener el riesgo real de ser víctima de una agresión, adquiere vida propia al margen de la evolución real de los índices de delincuencia», concluye Valentín.
Comportamiento y urbanismo: 10 factores que podrían aumentar la seguridad de las ciudades
Para el profesor de la UOC, el urbanismo puede influir en determinadas formas de planificación que ayuden a mejorar la vida en los barrios y en las ciudades. “Si se trabaja en ese sentido, se puede ayudar a reducir esos comportamientos», explica Valentín. En esta línea, un estudio de la ciudad de Nueva York muestra que instalar luces en las calles puede conducir a reducir hasta un 36 % la tasa de criminalidad en períodos nocturnos y en ambientes al aire libre. Este es solo uno de los factores urbanísticos que pueden influir en la prevención de delitos y un aumento de la seguridad:
- El sentido de pertenencia a la ciudad, clave. La capacidad de identificarse con un lugar específico aumenta la seguridad y la percepción de seguridad. «Las personas respetan y protegen los lugares que sienten que les pertenecen”
- La importancia de la vigilancia natural. La vitalidad de las calles y de las zonas públicas es un factor muy importante para la prevención del crimen, porque el uso de los espacios públicos genera autovigilancia. La autovigilancia o vigilancia natural es un concepto desarrollado por la ambientalista Jane Jacobs que considera que el sentimiento de pertenencia de la ciudadanía y la actividad ciudadana generan seguridad, una especie de control espontáneo del ambiente urbano por parte de la propia ciudadanía. «Una buena mezcla de usos (comercial, residencial, recreativo, etc.) y de actividades diversas produce una autovigilancia constante, ya que implica la presencia de usuarios diversos en distintos momentos», afirma Valentín.
- Las auditorías o diagnósticos de seguridad con perspectiva de género: “Son herramientas de participación y debate sobre la percepción de la inseguridad en el espacio público, a la vez que una forma de empoderar a las mujeres para hacer actuar sobre ese medio; y también suponen un canal de comunicación entre la ciudadanía y la Administración”, detalla Valentín.
- Evitar espacios cerrados o protegidos del exterior. Para el experto, los planes de desarrollo urbano deben evitar que se prevean zonas más seguras y protegidas respecto del mundo exterior (el cual se percibe como una fuente de inseguridad), porque conducen a la exclusión y producen conjuntos residenciales cerrados o espacios encerrados en sí mismos.
- Atención con las estaciones. «Los lugares utilizados por usuarios temporales (las estaciones de ferrocarriles, los puntos de intercambio, etc.) son más vulnerables que otros al crimen, a causa del bajo sentido de pertenencia de los usuarios», asegura Valentín. Y añade que «hay que considerar estos lugares con mucha atención».
- Eliminación de espacios abandonados: Para mejorar la prevención del crimen, los espacios abandonados sin vitalidad, indefinidos o aislados deben evitarse, porque el vandalismo y la criminalidad suelen concentrarse en estos lugares.
- Clarificación de los espacios peatonales. «Una red urbana continua y un plan de zonas públicas mejoran la orientación de los usuarios y su percepción de la seguridad. Una buena visibilidad de los espacios peatonales y de los recorridos alrededor de los edificios y a través de las calles favorece la prevención del crimen y aumenta la prevención de seguridad», comenta Valentín. Por esto, se considera importante, por ejemplo, una buena iluminación en la calzada, porque es un elemento disuasorio para los delitos.
- El mantenimiento y la limpieza son disuasorios. «Es necesario emprender actividades de mantenimiento y control para prevenir el decaimiento. En caso de que ya esté presente, entonces es necesario supervisar cuidadosamente las zonas deterioradas y empezar acciones de recuperación”, afirma Valentín.
- Las cámaras de videovigilancia como un elemento más de seguridad. “La vigilancia electrónica (circuitos cerrados de televisión, etc.) es una respuesta preventiva a una planificación insuficiente”, comenta Valentín. Es útil tan solo cuando es parte de un plan de seguridad general.
- Cuidado con los elementos provisionales. Lugares en obras, desvíos, barreras temporales y vallas no tan solo producen incomodidades, sino que también dan origen a lugares potencialmente peligrosos. Tanto los arreglos provisionales como los lugares en obras y los cercados, cercanos a los espacios utilizados, han de planearse en términos de seguridad.
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