Del crudo di mare en Puglia al ceviche maya en Yucatán, pasando por las bateas gallegas y las rutas de especias en Zanzíbar, damos a conocer una selección de destinos gastronómicos para que este verano de 2025 sea recordado con ‘el que mejor comimos’ por los turistas.
Y es que muchos ya no viajan solo por sol o paisajes de postal. Hay un amplio grupo de personas que eligen sus vacaciones por destinos gastronómicos como principal atracción. Según el informe Airbnb 2025 Summer Travel Trends, las búsquedas de alojamientos cercanos a experiencias culinarias únicas se han disparado. Comer bien ya no es un extra: es el eje de muchos planes de viaje.
De hecho, el 28 % de los españoles reconoce que ha elegido destino por un restaurante concreto, cifra que asciende al 41 % en el segmento de edad entre los 25 y los 40 años. Frente a este apetito por viajar con sentido, la consultora especializada Talentchef vuelve este verano con su selección de enclaves costeros donde la autenticidad gastronómica se convierte en argumento (y, a veces, también en excusa) para no regresar. Estos son los 9 mejores destinos gastronómicos para este verano de 2025, según los que saben.
Tabla de Contenidos
Para no perdérselo: 9 destinos gastronómicos top para el verano de 2025
1. Puglia, Italia – Pasta casera, crudo di mare y oleoturismo
La región más apetitosa del Adriático ha convertido sus antiguas masserìe en auténticos centros de peregrinación gastro. Aquí, el taller de orecchiette es tan importante como la tumbona frente al mar. El crudo di mare —pescado recién capturado y servido en crudo— y las catas de aceite de oliva virgen extra están entre las actividades más demandadas. Turismo sostenible, de kilómetro cero, con el sabor de la tradición italiana.
2. Okinawa, Japón – Longevidad en clave slow food
La isla japonesa que presume de estar en las “zonas azules” del mundo se ha hecho fuerte también en las rutas gastro. Lejos del ritmo frenético de Tokio, aquí se cocina tofu a mano, se maridan algas frescas con cerdo rafute y el ramen incorpora frutas tropicales como el yuzu. Una propuesta sencilla, equilibrada y cargada de significado, perfecta para quienes buscan bienestar desde el plato.

3. Yucatán, México – Cocina de milpa y ceviche con identidad
En el sureste mexicano, la cocina no se sirve: se hereda. El aroma a achiote, el maíz cocido bajo tierra (el ancestral píib) o los ceviches al borde del Caribe forman parte de una experiencia inmersiva que combina arqueología, cenotes y cacao ceremonial. Cada plato en Yucatán es una conversación con la tierra y una celebración de la herencia maya.
4. Rías Baixas, España – Albariño, marisco y bateas flotantes
Las bateas gallegas —esas plataformas donde crecen mejillones y ostras— se han convertido en restaurantes flotantes improvisados. Comer aquí es sinónimo de autenticidad: pulpo á feira, empanadas, vino Albariño y los furanchos, esas bodegas caseras que abren solo en temporada. Galicia en versión marina y slow.
5. Fuyaira, Emiratos Árabes – Sabor del Golfo sin artificios
A la sombra del turismo de lujo de Dubái, Fuyaira ofrece una experiencia más sosegada y auténtica. Aquí, el pescado se cocina sobre la arena, y la cocina khaleej tradicional se renueva en manos de chefs libaneses o indios. La mezcla de hospitalidad árabe, producto fresco y brasas frente al mar conquista sin estridencias.
6. Cefalù & Madonie, Sicilia – Ricotta al alba y vino del Etna
Sicilia sabe a quesos frescos, setas silvestres y pastas que nacen en cocinas familiares. En Cefalù y el Parque de Madonie, se celebran talleres de ricotta al amanecer, comidas bajo pérgolas y vinos del Etna que cuentan historias de volcanes y tradiciones centenarias. Un lugar para quienes buscan saborear la esencia de lo rural con vistas al Tirreno.
7. Zanzíbar, Tanzania – Curry, especias y pulpo a la brasa
La isla de las especias ha decidido que la sostenibilidad también se sirve en la mesa. Rutas entre vainilla y cardamomo, talleres de cocina swahili y currys reinterpretados con técnicas contemporáneas convierten a Zanzíbar en un destino de contrastes. Aquí, el atardecer llega con olor a coco y brasa.
8. Alassio, Italia – Flor de sal, focaccia y aceite DOP
Esta localidad de la Riviera Ligure brilla como alternativa tranquila a Positano. Los talleres de aceite con DOP local, los mercados de flores silvestres comestibles y las cenas junto al mar con vino y pescado del día hacen de Alassio un refugio sensorial, donde el lujo es la sencillez y el sabor la única ostentación.g
9. Chiclana de la Frontera, España – Atún rojo, esteros y salinas
En la Costa de la Luz, el atún rojo es más que una especialidad: es un ritual. Mojama, tartar o tataki andaluz se sirven junto a vinos del marco de Jerez y maridan con salinas, esteros y bodegas centenarias. Una experiencia que funde lo marinero con lo vinícola, en el corazón del sur gaditano.
