Imagina despertar una mañana y que al momento de levantarte tu cafetera comience a trabajar. Mientras tiendes tu cama, tu almohada le envía información a tu celular sobre cómo fue tu calidad de sueño y cuánto tiempo dormiste. Vas a la cocina a beber tu café mientras el refrigerador te sugiere un menú de acuerdo a la información que le dieron los sensores de tu ropa sobre cuántas calorías y qué nutrimientos necesitas en ese momento. De eso se trata el Internet de las Cosas.
Si desde finales de la década de 1940 comenzaron a sentarse las bases que llevarían a la inauguración de la Revolución Digital en los 70’s con la introducción de las primeras computadoras personales, y en la década de 1990 con la llegada del Internet; es en estos momentos que el Internet de las Cosas propone la siguiente fase de la Revolución Digital.
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Los objetos se suman a Internet
El Internet de las Cosas es un término que surgió en 1999 pero que cada vez más cobra protagonismo en la industria tecnológica. También conocido por sus siglas en inglés IoT (Internet of Things), propone que los objetos comunes, desde un ventilador hasta una puerta, puedan comunicarse entre sí por medio de una conexión a Internet.
Para conseguirlo, los objetos son equipados con sensores y procesadores, que cada vez son más baratos, y se comunican con otros dispositivos por medio de diferentes tecnologías. Unos utilizan Bluetooth, como hace el Apple Watch para comunicarse con los iPhone y hacer intercambio de información. Otros usan NFC, como los sistemas de pago que funcionan al tocar un smartphone.
Los chips RFID son uno de los métodos actuales que utilizan los objetos del Internet de las Cosas. Por medio de señales de radio de bajo consumo energético, cualquier cosa puede conectarse a la web. Y como cada persona del mundo interactúa con 1000 a 5 mil objetos comunes en su vida diaria, el potencial es enorme.
“Hoy en día, más del 99% de las cosas en el mundo físico no están conectadas a internet”, dice Cisco, una de las empresas más grandes del mundo sobre Tecnologías de la Información y la Comunicación y una de las que promueven el Internet de las Cosas. Aun así, eso significa que en la actualidad ya hay más de 10 mil millones de objetos conectados a la web. Para 2020 serán más de 50 mil millones, estima Cisco.
Dotar a cada objeto del mundo de una dirección IP para acceder a la web es un reto para el que ya se preparan las organizaciones que administran la red. El actual Protocolo de Internet IPv4 está poco a poco siendo sustituido por el IPv6, que tendrá capacidad de albergar más de 340 billones de billones de billones de direcciones de Internet.
«El reto del Internet de las cosas aumentará tanto en magnitud como en complejidad en la medida que unos 7.000 millones de seres humanos coexistan con unos 70.000 millones de máquinas y quizás con 70 billones de cosas inteligentes”, explicó para la BBC Gerald Santucci, jefe de la unidad RFID de la Comisión Europea.
¿Y mi privacidad?
Cuando se habla de un mundo donde billones de objetos podrán comunicarse entre sí para intercambiar información las preguntas surgen de forma automática. ¿Quién tendrá acceso a los datos de los objetos? ¿Qué impedirá, digamos, que los datos de mi consumo habitual de alimentos o de mis rutinas de ejercicio sean utilizadas por las empresas para diferentes fines?
“Lo que desean todos los agentes de todos los mercados es que la gente compre sus productos. Por tanto, si hay una posibilidad de que a través de la monitorización de la localización o de todo el contexto de control de datos para que las acciones de marketing sean más eficientes, esto sin duda ocurrirá”, respondió en entrevista para Eldiario.es John Bates, analista pionero del Internet de las Cosas.
Tener tantos objetos conectados a Internet también multiplica el rango de acción que los hackers tendrán para infiltrarse a objetos inteligentes. Recientemente, Fiat Chrysler tuvo que retirar del mercado estadounidense casi 1 millón y medio de vehículos Jeep luego de que un automóvil fuera “hackeado” y controlado a distancia por atacantes virtuales.
El dilema ético de la privacidad en Internet ya es objeto de debate. Sin embargo, conforme más objetos sean capaces de conectarse a la web, los usuarios comunes deberemos tener más cuidado con las letras chiquitas de los contratos de las empresas de Internet. Éstos serán las mayores amenazas a la privacidad, opinan investigadores como Michael Froomkin, de la Cátedra de Derecho Laurie Silvers & Mitchell Rubenstein de la Universidad de Miami.
Una mejor vida: la promesa del Internet de las Cosas
“Estamos moviéndonos a un mundo donde las máquinas con las que trabajamos no solo son inteligentes; son brillantes. Tienen conciencia, se pueden predecir, son reactivas y sociales. Son motores a reacción, locomotoras, turbinas de gas y equipos médicos que se comunican a la perfección entre ellos y con nosotros”, dijo el economista de General Electric, Marco Annunziata, en una conferencia TED titulada ‘Bienvenidos a la era del Internet Industrial’.
Lo cierto es que el Internet de las Cosas aplicado a las industrias es una de las áreas que más beneficios traerá a la humanidad. “Embalaje de productos que hablará con las cadenas de suministro, que hablarán a los fabricantes, que hablarán a los proveedores, para optimizar la producción. Coches, que hablarán con otros coches, que hablarán con las calles, que hablarán a los semáforos, para optimizar el flujo del tráfico”, ejemplifica Cisco sobre algo que también nombra como El Internet de Todo.
[quote_left]Como toda tecnología, el Internet de las Cosas abre un panorama de ventajas y desventajas.[/quote_left]Por otro lado, el IoT también ha despertado el interés creativo de miles de personas alrededor del mundo. Se trata de los makers, personas que viven la filosofía del “hazlo tú mismo” y que por medio de la electrónica, la programación y la robótica utilizan dispositivos como las placas Arduino para crear sus propios objetos inteligentes o dotar de inteligencia a objetos comunes.
“El Internet de las Cosas permite que los aparatos se conecten entre sí y te hagan la vida más fácil”, define para Geekpunto Brenda Pedroza, integrante de Hacedores, una comunidad de makers ubicada en la Ciudad de México.
Grupos como en el que Brenda participa tienen una visión del Internet de las Cosas basada en el bien común. “Hay que tener conciencia que usar esta tecnología debe ser algo responsable y colaborativo, que vaya más allá del ‘que me abra la puerta mi celular si me dejé la llave adentro’. Que tenga un trasfondo de comunidad y que sea de utilidad para la sociedad”, considera.
¿De qué manera cambiará el Internet de las Cosas nuestra vida? ¿Será una tecnología realmente benéfica para el mundo? Por el momento, sólo podemos especular.
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