En este post dedicado a la salud, vamos a hablar del lipedema, una enfermedad relativamente nueva, pues ha sido en el año 2018 cuando la Organización Mundial de la Salud (OMS) la incluía por primera vez entre su lista de enfermedades reconocidas.
Hasta ese momento, las personas que sufrían esta dolencia recibían en muchas ocasiones un diagnóstico incorrecto, al confundirse esta patología con obesidad, retención de líquidos o, simplemente, cambios hormonales por cuestiones genéticas o de edad.
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¿Qué es entonces el lipedema?
Sin embargo, el lipedema es una enfermedad que genera problemas físicos y, a veces, psicológicos. Esta patología, que afecta principalmente a mujeres, se caracteriza por una acumulación e inflamación atípica del tejido adiposo, normalmente en las piernas o en los brazos y su causa es todavía desconocida, aunque algunos estudios la relacionan con trastornos hormonales o un cambio en la permeabilidad intestinal. Además, es una patología crónica que se puede tratar, pero no tiene cura.
Existen diferentes grados en el desarrollo de esta enfermedad. El grado I es el más leve y, aunque puede pasar desapercibido, la piel se muestra blanda y con pequeños nódulos de grasa. En el grado II los nódulos son más evidentes y la piel es más dura e irregular, mientras en el grado III los nódulos son de un mayor tamaño y la acumulación de grasa es notable, especialmente en tobillos o caderas.
Síntomas del lipedema
Independientemente de la apariencia física del lipedema, quienes lo padecen experimentan múltiples síntomas entre los que se encuentran dolor en las extremidades que empeora con el calor o sin el tratamiento adecuado, hinchazón, entumecimiento o aumento del volumen de la zona afectada, así como la aparición de arañas vasculares o hipersensibilidad en los miembros superiores o inferiores, según donde se tenga (puede ser en ambos).
A pesar de no existir una solución definitiva a esta enfermedad, sí se puede tratar para mejorar sus síntomas, su aspecto y, en definitiva, mejorar la calidad de vida de los pacientes.
“El tratamiento más efectivo es realizar un cambio de hábitos, manteniendo una disciplina tanto en la alimentación como en el ejercicio físico regular que, combinado con técnicas de masaje como la presoterapia y el uso de ropa de compresión, pueden ayudar a aliviar los síntomas considerablemente”, señala Dra. Azcárate, Jefe de Endocrinología del Hospital Universitario Sanitas La Moraleja.
Con respecto a la alimentación, la pauta general es evitar alimentos que favorecen la retención de líquidos como la sal, además del alcohol, las harinas refinadas, las grasas saturadas o los azúcares simples. También se recomienda contemplar la posibilidad de disminuir el consumo de hidratos de carbono y de gluten, pero siempre bajo supervisión de un nutricionista especializado.
“Se debe optar por alimentos que contribuyan a administrar al organismo suficientes dosis de agua y fibra, como los vegetales, los carbohidratos complejos priorizando cereales de grano entero, las grasas saludables y las frutas, así como garantizar una adecuada ingesta de proteína que ayude a mantener la masa muscular y el metabolismo activo”, explica Cristina Morillo, nutricionista de Sanitas.
Por su parte, aunque el ejercicio físico debe ser parte de la rutina diaria de los pacientes con lipedema, hay algunos deportes que son más adecuados que otros. Aquellos que implican impacto en las extremidades afectadas pueden generar mayores molestias, por lo que será mejor optar por actividades menos agresivas como, por ejemplo, la natación, una modalidad muy completa. Los ejercicios de fuerza también son recomendables, pero de forma moderada y, a ser posible, realizados con compresión.
Tratamientos quirúrgicos
Además, existen opciones quirúrgicas para los casos más extremos y que están basadas en una liposucción tipo WAL (Water-Jet Assisted Liposuction), una técnica con la que se introduce una pequeña cánula a través de incisiones milimétricas que, a la vez que instila suero salino pulverizado que desprende los adipocitos, realiza una aspiración progresiva de estas células adiposas enfermas bajo control manual.
No obstante, las pacientes con lipedema deben de ser conscientes de que estas pautas mejoran los síntomas, pero no los eliminan. Los cambios, a pesar de los esfuerzos, son mínimos sobre todo a nivel estético, generando en muchas ocasiones frustración. “Esta enfermedad tiene un gran componente psicológico. Hay que trabajar en la mejora de la autoestima, la autopercepción y la aceptación de una situación que se escapa de nuestro control, algo que para ciertas personas es complicado de asumir, por ello, es necesario trabajar con las herramientas psicológicas y emocionales adecuadas para aprender a convivir con la enfermedad”, asegura Margarita Carrasco, psicológa de BluaU Sanitas.
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