Laponia es uno de los viajes estrella para la Navidad o las épocas cercanas a esta festividad. Eso sí, no es apto para todos los bolsillos. Si tienes la suerte de poder ir a esta parte del mundo, una de las preguntas que te harás es: ¿qué se come en Laponia?
Pues bien, la gastronomía de Laponia es, ante todo, un espejo de su entorno. En la región más septentrional de Europa, donde los inviernos se extienden bajo un manto de nieve y los veranos regalan días sin fin, la mesa se nutre de la naturaleza y de las tradiciones del pueblo sami, el único indígena reconocido en la Unión Europea. La tierra ártica ofrece un festín de setas, bayas y sabores que invitan a explorar una de las cocinas más singulares del continente.
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La naturaleza como despensa para la comida en Laponia
En Laponia, los ingredientes no se disfrazan: se celebran. “Aquí se respetan los productos, no se enmascaran con aditivos. La comida pura te hace sentir mejor”, explica la chef Sirly Ylläsjärvi, concursante de MasterChef Finlandia y alma del restaurante Elsa, en Ylläs. Desde 2009 vive en la región y ha hecho de la sencillez su bandera. Su local, con una gran mesa común y una chimenea que sirve tanto para cocinar como para crear ambiente, ofrece una experiencia gastronómica íntima, en la que los comensales comparten mesa, fuego y sabores.
En Elsa, Sirly combina su experiencia internacional con la esencia lapona. Recolecta alimentos silvestres, trabaja con productores locales y se inspira en los ciclos de la naturaleza. Para ella, los reyes de la despensa ártica son el reno, el pescado blanco del lago, las huevas frescas y las patatas puikulaperunat, pequeñas y mantecosas. “El tartar de reno no necesita cocción, solo sal y pimienta. Su sabor es tan puro que se basta a sí mismo”, señala.

El reno, símbolo de identidad
El reno es mucho más que un alimento: es parte de la cultura sami y una pieza central de la dieta en Laponia. Su carne se presenta en estofados tradicionales como el poronkäristys, en cecinas ahumadas, en filetes que sustituyen a la ternera o en creaciones innovadoras como la hamburguesa de lengua de reno con alioli de ajo fermentado y cebolla caramelizada.
“Cocemos la lengua lentamente durante horas y después la doramos en la sartén. La servimos en un brioche pequeño. Es un plato sencillo, pero que sorprende a quienes nos visitan”, comenta Sirly con orgullo.
Dulces de bosque y tradición
Si en invierno el reno protagoniza la mesa, el verano y el otoño traen consigo un estallido de colores y sabores silvestres. Las moras árticas, conocidas como “oro del norte”, son un tesoro gastronómico que se saborea frescas, en mermeladas o como acompañamiento de quesos. Los visitantes que llegan en septiembre descubren bosques teñidos de setas y bayas, que pueden incluso recolectar para elaborar helados en Elsa, con leche de las raras vacas laponas.
Entre los postres más tradicionales destaca el leipäjuusto, un queso de pan que se sirve caliente, acompañado de canela, nata o moras doradas. Sirly prefiere la versión más auténtica: mojado en café caliente, tal y como dicta la costumbre local.
Restaurantes que abrazan el paisaje
Más allá de Elsa, Laponia ofrece un abanico de experiencias gastronómicas en las que la naturaleza siempre marca el ritmo. En Inari, el corazón cultural sami, el restaurante Aanaar rinde homenaje a los sabores del norte con menús que incluyen líquenes, hierbas silvestres, reno y pescado fresco del lago.
En Pyhä, el restaurante Aihki apuesta por una cocina nórdica contemporánea, con platos que evolucionan al compás de las estaciones. Y en Levi, el restaurante Utsu convierte la cena en un espectáculo celeste: un techo de cristal permite a los comensales saborear su menú mientras contemplan las auroras boreales.
En Kilpisjärvi, rodeado de colinas y arroyos cristalinos, Aika Kitchen & Bar propone una inmersión en la cocina lapona con un menú que destaca por sus pescados, siempre frescos y preparados con sencillez.
Por su parte, Rovaniemi, la capital de Laponia, combina el bullicio urbano con la calidez de la tradición. El restaurante Nili, de gestión familiar, es un clásico que nunca falla. Su ambiente acogedor y sus recetas de reno, caza, setas y bayas transmiten la hospitalidad del norte.

Una cocina para vivir en calma
En Laponia, la gastronomía es mucho más que un ejercicio culinario: es una manera de estar en el mundo. “Aquí desaparece el estrés. La naturaleza lo cambia todo. Parece otro planeta”, reflexiona Sirly, que encontró en Ylläs no solo un lugar para abrir su restaurante, sino también un modo de vida.
Quien viaja hasta estas tierras descubre que cada plato es un puente entre tradición y modernidad, entre la dureza del Ártico y la calidez de quienes lo habitan. Comer en Laponia es, en definitiva, una invitación a experimentar la pureza de los sabores, el respeto por los ingredientes y la profunda conexión entre gastronomía y naturaleza.
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Fotografía destacada: Henna Myllymäki









