La neuroplasticidad – o plasticidad del cerebro – es la habilidad que tiene el cerebro de modificar sus conexiones o reescribirse a sí mismo. Sin esta habilidad, cualquier cerebro, no solo el de los humanos, sería incapaz de desarrollarse desde la infancia hasta la adultez, o de recuperarse de una lesión cerebral.
Lo que hace especial al cerebro es que, a diferencia de una computadora, procesa señales sensoriales y motoras al mismo tiempo. Tiene muchas vías neurales que pueden replicar funciones, así que pequeños errores de desarrollo o perdidas temporales causados por algún daño se pueden corregir fácilmente al redireccionar las señales por una vía diferente.
El problema se hace severo cuando los errores en el desarrollo son grandes, como los efectos de virus Zika, o como resultado del daño de un golpe fuerte en la cabeza. Aún con estos ejemplos, dadas las condiciones adecuadas, el cerebro puede superar estas adversidades y recuperar su función.
La anatomía del cerebro asegura que ciertas áreas del cerebro tienen ciertas funciones. Esto es algo que esta predeterminado por tus genes. Por ejemplo, existe un área del cerebro encargada del movimiento del brazo derecho. El daño a esta parte del cerebro perjudicará el movimiento correcto del brazo derecho.
Pero ya que una parte diferente del cerebro procesa las sensaciones en el brazo, puedes sentir el brazo pero no lo puedes mover. Este arreglo “modular” significa que una región del cerebro que no está relacionada a la función motora o de sensación no es capaz de tomar ese nuevo rol. En otras palabras, la neuroplasticidad no es sinónimo de un cerebro infinitamente maleable.
Parte de la habilidad del cuerpo para recuperarse por el daño cerebral puede ser explicada por el área dañada del cerebro que se esté recuperando, pero lo puede explicar mejor el resultado de la neuroplasticidad – al formar nuevas conexiones neurales.
En un estudio del Caenorhabditis elegans, un tipo de nematodo usado como organismo modelo, se encontró que perder el sentido del tacto mejoraba el sentido del olfato. Esto significa que perder algún sentido renueva los demás. Es bien sabido que, en los humanos, perder la vista a temprana edad puede realzar otros sentidos, especialmente el de audición.
Como en el desarrollo de un infante, la clave para desarrollar nuevas conexiones es el enriquecimiento ambiental que depende en lo visual, auditivo, táctil, y del gusto, además de estímulos motores. Mientras más estímulos sensoriales y motores reciba una persona, mayor capacidad tendrá de recuperarse de un trauma cerebral.
La estructura básica del cerebro se establece por tus genes antes del nacimiento. Pero su continuo desarrollo depende drásticamente de procesos llamados “desarrollo de plasticidad”, cuando procesos de desarrollo cambian neuronas y conexiones sinápticas. En el cerebro inmaduro esto incluye crear o perder sinapsis, la migración de neuronas a través del desarrollo del cerebro o redireccionando y creando neuronas.
Forjando nuevos caminos
Seguimos teniendo la habilidad de aprender nuevas cosas, actividades, habilidades e incluso nuevos idiomas en la vejez. Esta habilidad requiere que el cerebro tenga un mecanismo disponible para recordar y así ese conocimiento sea retenido a lo largo del tiempo para recordar en un futuro. Este es otro ejemplo de neuroplasticidad e involucra cambios estructurales y bioquímicos al nivel de la sinapsis.
El reforzamiento o repetición de actividades llevará eventualmente al cerebro adulto a recordar la nueva actividad. Por el mismo mecanismo, el mismo entorno que puede dañar al cerebro lo llevará eventualmente a su recuperación. Así que, si el cerebro es tan plástico ¿Por qué no todos los que sufren de algún accidente cerebrovascular recuperan completamente su función? La respuesta es que depende de la edad (los cerebros más jóvenes tienen más probabilidades de recuperarse), el tamaño del área afectada y, más importante, el tratamiento realizado durante la rehabilitación.
Fuentes:
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