En meses de verano es frecuente que se den jornadas o días de calor extremo, lo que comúnmente se denomina olas de calor. En primer lugar, hay que tener cuidado con nuestra propia salud, pero también hay que preocuparse del coche, si es que lo estamos utilizando para los largos viajes que solemos hacer en verano.
Tabla de Contenidos
¿Qué le puede pasar a nuestro vehículo ante las olas de calor?
Ahora bien, ¿qué puede pasarle a nuestro coche con las olas de calor? ¿De qué hay que estar pendiente y qué problemas podemos tener? Los expertos de la cadena de talleres Midas aseguran que pueden surgir problemas mecánicos que pueden comprometer nuestra seguridad en la carretera con temperaturas superiores a los 40 grados. Estos pueden ser:
El motor se puede ahogar con el calor
Cuidar del motor es fundamental en cualquier momento del año, pero más si cabe en temporadas de temperaturas extremas. El calor influye de forma significativa en el desempeño del motor, que sufre cuando el termómetro sube y que demanda un esfuerzo extra al sistema de refrigeración para mantener el motor del vehículo a una temperatura adecuada. Antes de la llegada del verano, es fundamental verificar el nivel del líquido refrigerante junto con el estado de los manguitos y el radiador. La falta de este líquido provoca que el motor se caliente en exceso, que sumado a las altas temperaturas del verano puede causar graves averías. Los expertos de Midas recomiendan renovar el líquido refrigerante cada tres años o al cabo de 50.000km, de esta forma se garantiza su bienestar para el verano.
Al igual que los helados, los frenos se pueden derretir
Los frenos son un elemento crucial del coche, ya que forman parte del denominado triángulo de seguridad junto con las ruedas y los amortiguadores. Su función es muy simple, pero necesaria: detener el coche ante cualquier circunstancia. Durante la temporada veraniega hay que tener un especial control sobre los discos de frenado debido a que soportan el calor de la propia presión al frenar, y el de las altas temperaturas del exterior, produciendo en algunos casos que se deformen. Este hecho puede afectar de manera directa al funcionamiento de los latiguillos que transportan el líquido de freno, poniendo en riesgo nuestra conducción al no frenar correctamente durante los desplazamientos.
La batería sufre un golpe de calor
La temperatura óptima para el funcionamiento de una batería es de 25ºC, por lo que hacer que se enfrente a temperaturas muy elevadas reducirá su efectividad como vida útil. Por ello hay que evitar largos tiempos de exposición de este componente al sol y al calor para que no se recaliente. En este sentido, es importante revisarla sobre todo antes de un viaje largo y en caso de notar síntomas de debilidad en la batería, como dificultades para arrancar el motor, es importante ponerla en manos de un profesional. En los talleres Midas, los expertos te asesorarán y revisarán en profundidad el estado de la batería para garantizar la vida útil y cuando sea necesario, reemplazarla.
¿Y las ruedas? Sí, ellas también se hinchan en verano…
Las altas temperaturas provocan que el aire del neumático se dilate y, junto al calor que emite el asfalto sobre el que circulan, provoca un aumento en la presión de la goma. Por este motivo, es aconsejable verificar periódicamente la presión de los neumáticos y asegurarse de que están inflados según las especificaciones que indica el fabricante para esta estación y en función del tipo de carga. Normalmente se aconseja durante los meses de verano circular con la presión mínima recomendada ya que con las altas temperaturas y el calor del asfalto sobre la rueda al circular la presión de la rueda aumenta. Llevar un control adecuado de la presión ayudará no solo a que el coche circule de forma correcta, sino también a que no gaste más carburante de lo normal y por lo tanto no afecte al consumo.
Si pasan mucho tiempo al sol sin protección, también se queman
La diferencia de temperatura entre el exterior y el interior de un coche aparcado al sol en verano puede ser de hasta 20 grados, y de ahí que durante esta temporada es clave estacionar el coche a la sombra. Lo ideal sería resguardarlo en un garaje subterráneo, bajo algún sotechado o zona con árboles donde el coche reciba sombra. En caso de no poder estacionar el vehículo en una zona con estas características, el uso de un parasol ayudará a que el habitáculo no se caliente tanto bajo los efectos del sol. Además, la sobreexposición de la carrocería a los rayos ultravioleta (UV) hace que la pintura pierda su color y su brillo. Al igual que con la piel usamos la crema solar para evitar quemaduras, aplicar una capa de cera protectora al comienzo de la temporada veraniega ayuda a minimizar los daños causados por el sol.
—
No esta de más hacer una revisión del coche en septiembre para comprobar que ha superado todos los impactos del verano.
Deja una respuesta