Lo que ves cuando miras a alguien puede no siempre ser una representación completamente justa de esa persona, de acuerdo a un nuevo estudio publicado en la revista Nature Neuroscience acerca de cómo nuestros prejuicios más profundos – incluyendo esos que desearíamos no tener – pueden “nublar” la manera en que nuestros cerebros procesan los estímulos visuales cuando observamos otros rostros.
Después de someter participantes a varias pruebas diseñadas para revelar sus interpretaciones instintivas de los rostros de otras personas – así como también la actividad neurológica subyacente a estas interpretaciones – los autores del estudio encontraron que muchas personas clasifican automáticamente los rostros de piel negra como “enojados” y rostros femeninos como “felices”, incluso cuando este no es el caso. Los rostros asiáticos, mientras tanto, tienden a ser vistos como femeninos – y por consiguiente, felices – cuando entreveían por solo unos pocos milisegundos, independientemente de su verdadero género.
Basado en estos hallazgos, los investigadores de la Universidad de Nueva York concluyeron que “los estereotipos que hemos aprendido pueden cambiar como procesamos visualmente a otra persona, y este clase de estereotipo visual puede solo servir para reforzar, y posiblemente exacerbar, las bases que existen en primer lugar”.
En el mundo occidental cosmopolita y multicultural, nos gusta creernos progresistas con mente abierta, sin restricciones por fanatismos irracionales o prejuicios. Sin embargo, solo un tonto negaría que estereotipos subyacentes aún subsisten en la sociedad, influyendo las maneras en la que muchas personas evalúan e interactúan con otras.
Estos estereotipos aplican a un amplio espectro de demografías étnicas, de género y económicas, y si bien muchos de nosotros somos lo suficientemente tolerantes para rechazar esto como meros clichés, se sabe poco acerca de cómo “piratean” nuestros procesos cognitivos inconscientes.
Para investigar esto, los investigadores mostraron a voluntarios una secuencia de rostros representando un rango de razas y géneros diferentes, mientras también representaban muchos estados emocionales como enojo o felicidad.
Usando un ratón de computadora, se les pidió a los participantes que cliquearan inmediatamente en la descripción correcta de cada rostro, sin tomar nada de tiempo para pensarlo. Los investigadores usaron una técnica para medir los movimientos de las manos de cada participante en los primeros pocos cientos de milisegundos después de ver cada foto.
Al hacer eso, fueron capaces de notar a cual descripción se movió instintivamente una persona, antes de que se disparara su racionalidad y dedujeran la etiqueta correcta.
Al mismo tiempo, el equipo usó imagen de resonancia magnética funcional (fMRI) para monitorear la actividad cerebral de cada participante, enfocándose particularmente en una región del cerebro llamada el giro fusiforme. Estudios previos han mostrado que esta parte del cerebro juega un papel importante en la distinción de categorías sociales de rostros, aunque algunos expertos han sugerido que puede estar influenciado por prejuicios profundos y estereotipos, haciendo que muchas veces represente de manera incorrecta estos rostros.
Los autores del estudio explican como la prueba con el ratón de computadora reveló un número de estereotipos comunes. Estos errores fueron reflejados por los escaneos del fMRI, los cuales revelaron que cuando las personas veían rostros de piel negra, por ejemplo, los patrones de actividad en su giro fusiforme eran similares a aquellos vistos cuando estas personas veían rostros enojados.
Como comentario a este hallazgo, el co-autor del estudio Jonathan Freeman, explicó que “muchos individuos se han arraigado a estereotipos que ven a los hombres como más agresivos, a las mujeres como más apaciguadas, o a individuos negros como más hostiles – aunque puedan no aprobar estos estereotipos personalmente”. De forma intrigante, los resultados de este estudio parecieran sugerir que “estos tipos de asociaciones estereotípicas pueden dar forma al procesamiento visual básico de otra gente, predeciblemente como el cerebro ‘ve’ el rostro de una persona”.
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