Como en todo, la moda también existe en las enfermedades. Es entendible que una enfermedad nueva, infecciosa y amenazante de la vida nos pueda preocupar, como el cólera en el siglo XIX o el ébola en tiempos recientes.
Es más difícil ver por qué surge el pánico de un diagnostico que tiene muchos años de antigüedad, pero la muerte de una celebridad telegénica puede ayudar. Cuando la cantante Karen Carpenter murió a la edad de 32 en 1983, su corazón se dio por vencido por complicaciones debido a la anorexia. Su muerte ha sido grandemente acreditada a impulsar trastornos alimenticios en la consciencia pública.
Karen Carpenter no fue la primera mujer joven famosa en morirse de hambre. Sarah Jacob fue una vez moda nacional en toda Bretaña. Ella murió en la granja de sus padres en Diciembre de 1989 en frente de un grupo de enfermeras quienes habían sido enviadas desde Londres a Carmathenshire para monitorearla.
Tanto su familia como su clérigo sabían que ella no comía nada. Sus padres estuvieron de acuerdo en hacer que la vigilaran para asegurarse de que no estaba comiendo en secreto, pero su fe en ella era tan fuerte que rechazaron que sea forzada a comer.
Como con otras “mujeres ayunadoras”, su presunta habilidad de vivir sin comida fue tomada por los que la apoyaban como una señal de estatus espiritual, y vista por físicos materialistas como evidencia de la histeria y engaño.
¿Sarah Jacob y Karen Carpenter murieron de anorexia?
La etiqueta de diagnóstico “anorexia nerviosa” no fue acuñada sino hasta un poco después de que muriera Sarah Jacob, pero por supuesto una enfermedad puede existir antes de que sea nombrada. Ella no tenía todos los síntomas asociados con el diagnostico moderno, pero la mayoría de los trastornos mentales varían de paciente en paciente.
La anorexia es vista a menudo como una expresión de voluntad – una afirmación de autonomía y control por una mujer joven que se encuentra en una lucha con su familia y sus terapistas. Si ese es el punto crucial de la anorexia entonces Sarah Jacob si era anoréxica. Su ayuno dio vuelta a su mundo y lo mantuvo hasta el final.
Si la afirmación de voluntad, sobre nuestro propio apetito y la autoridad de los demás, es el corazón de la anorexia, entonces quizás podamos ver su historia un poco más atrás. En la Anorexia Santa (1985), Rudolph Bell afirmó que la anorexia dio forma a las vidas de muchos santos medievales y otras mujeres santas, quienes no comían nada.
La Santa Catherine de Siena ayunó por días. Así lo hizo incluso cuando los mismos sacerdotes expresamente le decían que comiera algo.
Para Bell, es la afirmación de voluntad de Catherine – ella envió cartas con rabia al Papa – que la señala y la pone en una larga fila de anoréxicos extendiéndose hasta el día presente.
Brumberg ataca a Bell por asumir que la psicología femenina no ha cambiado con los siglos y que el pasado y el presente son lo mismo.
Pero es injusto. Ciertamente es posible reconocer que tanto la psicología como la cultura han cambiado dramáticamente con el paso de los años, mientras que también pensar que las dos personas comparten suficientes síntomas relevantes y características de personalidad para justificar la aplicación de la misma “etiqueta de diagnóstico” para ambos, incluso si vivieron con siglos de diferencia.
Pero obviamente no solo cualquier similitud remota es suficiente, entonces ¿Cómo podemos decidir?
Arqueólogos pueden encontrar en esqueletos antiguos los rastros de enfermedades familiares, pero no hay un marcador físico para señalar a lo que decidiría si una enfermedad mental estaba presente en las edades medias.
Claramente, las mujeres jóvenes (y los hombres) han estado restringiendo dramáticamente su consumo de calorías por siglos, pero no todos los síntomas de la anorexia moderna han estado siempre presentes, y algunos comportamientos “santos” ya no están asociados con trastornos alimenticios.
De forma similar, la melancolía tiene una historia muy larga, y muchos expertos ven la depresión moderna como esencialmente la misma cosa.
Pero la depresión clínica moderna ha desmantelado la diferencia entre la melancolía, la cual no tiene causa obvia, y la tristeza ordinaria, la cual es una respuesta razonable a las tragedias de la vida. “La depresión” patologiza partes de nuestra vida mental que la “melancolía” trata como normal – ¿es la misma enfermedad, o no?
Bueno, si crees que el trastorno mental es más que todo un problema con un sistema neurológico, entonces parece haber una respuesta fácil. La etiqueta de enfermedad se refiere a qué va mal dentro de tu cerebro, y el contexto cultural solo suple la entrada y la salida.
Toma un cerebro anoréxico y “conéctalo” en el siglo XIV de Italia y obtendrás un conjunto de síntomas. “Conéctalo” a las sociedades modernas del oeste y obtendrás otros. Los diferentes síntomas son el reflejo de diferentes culturas actuando en el cerebro.
Joel y Ian Gold, en Mentes Suspicaces, han discutido la aparición de lo que ellos consideran que es una nueva forma de psicopatología – “El programa de ilusión de Truman” – en el cual, como el héroe de la película de ese nombre, los sujetos se imaginan a sí mismos como la estrella de un reality. La existencia del programa es conocida pero mantenida en secreto por sus amigos.
Los Golds afirman que el engaño fue causado por el levantamiento de nuevas formas de medios y la pérdida de privacidad. Es lo que tienes cuando un cerebro paranoico lidia con el mundo social contemporáneo, mientras quizás hace unos pocos años estos sujetos hubiesen tenido miedo a las brujas, no a los productores de TV.
Es simple, y el concepto de trastorno mental tiene un mayor poder. Pero la cultura da forma al cerebro de forma que hace a la simple oposición muy firme – los conductores de taxi de Londres tienen un hipocampo extra grande, el cual ha crecido por el uso como los músculos de un atleta.
Con el paso de los siglos nuestros cerebros han sido esculpidos por nuestra selección cultural tan solo por selección natural, y el trastorno mental también ha sido formado de la misma manera.
Los historiadores necesitan discutir acerca de cómo aplicar las “etiquetas”, pero la historia de la sociedad humana está reflejada de formas que nuestras mentes se equivocan.
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