Por miles de años, se han contado muchas historias en páginas de libros. Pero con la llegada de nuevas tecnologías, las formas en que los humanos comunican sus recuerdos, descubrimientos, recetas, y lecciones de vida han sido capturados y recontadas a través de una variedad de medios, siendo la televisión uno de los más revolucionarios. En los años desde 1927, cuando apareció la primera televisión, ¿Qué hemos aprendido de sus efectos en el cerebro humano? ¿Se nos da mejor o peor la narración visual?
Investigadores han devotado innumerables horas para estudiar cómo la TV afecta nuestros cerebros de forma diferente a la lectura (libros). La prevalencia de smartphones, tabletas, lectores electrónicos, y computadoras han agregado un nuevo significado al término “tiempo de pantalla”, y los científicos todavía están trabajando para compilar un creciente estudio para desenredar las maneras en el cual la narración afecta nuestras vías neurales del cerebro, tanto a corto como a largo plazo.
La televisión
El hogar americano promedio tiene 2.86 televisores, el cual es 43% más que lo que tenían los hogares en 1990. Cerca de uno cada cinco niños tiene un televisor en su habitación, entonces quizás no sea una sorpresa que el niño promedio con menos de 8 años gaste más de 90 minutos al día viendo TV o DVDs.
En el 2013, un equipo de investigadores de la Universidad del Estado de Ohio entrevistaron y testearon a 107 preescolares y a sus padres para ver cómo la televisión impactó la teoría de la mente de un niño. Mientras más televisión veía un niño, incluso si esta solo estaba prendida, más débil era el entendimiento del estado mental de sus padres. Por último, si la televisión estaba en las inmediaciones del niño, esta deterioró su teoría de mente, la cual es definida como la habilidad para reconocer sus propias creencias, intenciones, deseos y conocimiento, y las de otras personas.
“Los niños con teorías de mente más desarrolladas son más capaces de formar parte de relaciones sociales”, dijo Amy Nathanson, líder del estudio, y profesora de comunicaciones en la Universidad del Estado de Ohio. “Estos niños se pueden ocupar en interacciones más sensibles y de cooperación con otros niños y son menos propensos a tomar la agresión como recurso para lograr los objetivos”.
Un estudio más reciente del 2015, publicado en Cerebral Cortex, reveló que ver mucha televisión podría alterar la composición del cerebro humano. Donde los investigadores estudiaron a 276 niños entre las edades de 5 y 18 años, descubrieron que mientras mayor sea el tiempo en frente de una TV, más denso se desarrollaba la región del lóbulo frontal de sus cerebros. Es la misma área que se conoce por disminuir el procesamiento del lenguaje y la comunicación, el cual los investigadores sospechan que también es la razón del por qué tenían un CI verbal menor.
Pero eso no era todo; el hipotálamo, el septum, la región motora sensorial, y la corteza visual estaban alargados – aquí es donde las respuestas emocionales, la excitación, la agresión, y la visión son procesados.
Podría ser la razón del por qué la alta exposición a la TV en los niños con menos de 3 años está vinculada con el retraso en la adquisición del lenguaje. Cuando se trata de la escuela, los niños que se sientan en frente de la TV por más de dos o tres horas al día son más propensos a tener mayores dificultades psicológicas, que incluyen hiperactividad, problemas de comportamiento y emocionales, y conflictos sociales con los compañeros de clase.
Los libros
Para algunos, abrir las páginas de un libro es como entrar en otro mundo y dejar el otro atrás. De hecho, una encuesta conducida por el Pew Research Center encontró que el 15% de los lectores lo hacen para escapar y explorar su imaginación. Mientras que el 26% de aquellos que leen libros dijeron que disfrutaron aprender, obtener conocimientos y descubrir información.
Pero aparte del placer y practicidad, leer refuerza las vías neurales como cualquier músculo en tu cuerpo. Incluso a una edad joven, los niños quienes son leídos por sus padres desarrollan cinco habilidades de lectura, que incluyen un vocabulario avanzado, el reconocimiento de palabras en el habla, la habilidad de conectar palabras escritas con sonidos hablados, la comprensión lectora, y la fluidez para leer textos rápidamente y de forma precisa.
A pesar de los beneficios, se estima que el 42% de los graduados no tomaran otro libro después de obtener su promoción. Pero solo porque sus cerebros terminaron de desarrollarse técnicamente no significa que no necesiten leer más. Un estudio, conducido por un equipo de investigadores de la Universidad Emory, reveló que los libros pueden estimular cambios en cómo el cerebro está conectado, lo cual causa que el lector tenga sensaciones prolongadas de la historia.
“Las historias le dan forma a nuestras vidas y en algunos casos ayudan a definir a una persona”, dijo Gregory Berns, autor líder del estudio y director del Centro de Neuropolítica de Emory. “Ya sabemos que las buenas historias te pueden poner en los zapatos de otra persona en sentido figurativo. Ahora estamos viendo que algo puede estar pasando biológicamente”.
Para el estudio, los investigadores reclutaron a un grupo de participantes y escanearon sus cerebros usando una máquina de imagen por resonancia magnética funcional (fMRI – por sus siglas en inglés) para seguirle el rastro a la actividad dentro de diferentes regiones del cerebro. Por cinco días consecutivos, los cerebros de los participantes fueron escaneados para medir su estado de descanso. Se le pidió a cada participante que leyera el libro “Pompeya” en las tardes por nueve días seguidos y se escaneaban sus cerebros la mañana siguiente.
En la historia, el protagonista ve un volcán haciendo erupción desde las afueras de la ciudad e intenta volver para salvar a la mujer que ama, pero entonces se enfrenta al desastre que dejó el volcán. Los investigadores escogieron el libro por su trama y por la perspectiva atractiva de su narrativa.
Después, los participantes fueron escaneados de nuevo por cinco días siguiendo la conclusión de su periodo de lectura. Aunque los participantes del estudio no estaban leyendo el libro mientras fueron escaneados, sus cerebros igual retuvieron el mismo nivel de conectividad.
“Los cambios neurales que encontramos asociados con la sensación física y los sistemas de movimiento sugieren que leer una novela puede transportarte al cuerpo del protagonista”, explicó Berns. “Llamamos eso una ‘actividad oscura’, casi como una memoria muscular”.
Los investigadores creen que este impulso cerebral prolongado, el cual fue encontrado en la región asociada con el lenguaje y con las habilidades motoras sensoriales, podría mejorar la conectividad cerebral con el tiempo.
Berns concluyó: “Como mínimo, podemos decir que leer historias reconfiguran las redes cerebrales por al menos unos pocos días. Muestra como las historias se pueden quedar con nosotros. Esto podría tener implicaciones profundas para los niños en la formación de sus cerebros”.
Y tú, ¿Prefieres mirar televisión o leer un buen libro?
Fuente/Relacionado:
23 magníficas ventajas que aporta la lectura al ser humano y que quizá no sabías
Raquel Graña dice
Leer un buen libro, siempre 🙂