Más de un millón de personas en España conviven con una enfermedad que, si no se detecta a tiempo, puede llevar a la ceguera total. Y lo alarmante es que, según estimaciones de los expertos de General Optica, la mitad de ellas ni siquiera lo sabe. Se trata del glaucoma, una afección ocular crónica y progresiva que avanza sin apenas síntomas hasta que los daños son irreversibles.
Silencioso y devastador, el glaucoma es ya la principal causa de ceguera entre mayores de 60 años en el mundo desarrollado. Pero, ¿qué es exactamente esta enfermedad que se esconde en la sombra? ¿Y cómo podemos prevenirla?
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Un problema de presión… y de tiempo
El ojo humano produce de forma natural un líquido transparente llamado humor acuoso. Este fluido se renueva constantemente y drena a través de una estructura conocida como trabécula. Cuando el drenaje se obstruye o ralentiza, la presión dentro del ojo —presión intraocular— comienza a aumentar.
Esa presión elevada comprime el nervio óptico, una estructura delicada que transmite la información visual al cerebro. Con el tiempo, este daño puede provocar zonas ciegas en el campo visual y, en última instancia, la pérdida total de la visión. Lo más preocupante es que, en la mayoría de los casos, este proceso ocurre sin dolor y sin síntomas visibles en las fases iniciales.
Glaucoma de ángulo abierto y de ángulo cerrado: dos caras de la misma amenaza
No todos los glaucomas son iguales. Los especialistas de General Optica distinguen principalmente dos formas de presentación:
- Glaucoma primario de ángulo abierto: el más común y también el más insidioso. Su progresión es lenta y silenciosa. La visión periférica empieza a deteriorarse sin que el paciente lo perciba.
- Glaucoma primario de ángulo cerrado: menos frecuente pero más agresivo. Se presenta con síntomas más evidentes, como dolor ocular, visión borrosa, halos alrededor de las luces y náuseas. Requiere atención médica inmediata.
Señales de alerta que no debemos ignorar
A medida que el glaucoma avanza, pueden aparecer síntomas como:
- Reducción del campo visual lateral, que produce la sensación de ver “a través de un túnel”.
- Dificultad para adaptarse a la oscuridad.
- Visión borrosa y halos en ambientes con luz intensa.
- Dolor ocular intenso y enrojecimiento, especialmente en los casos agudos.
Estos síntomas, sin embargo, suelen manifestarse cuando el daño ya es significativo. De ahí la importancia de la prevención.
¿Quién está en riesgo?
El glaucoma no discrimina, pero existen factores que elevan el riesgo de forma notable:
- Edad: a partir de los 40 años, la probabilidad de desarrollar la enfermedad aumenta progresivamente.
- Antecedentes familiares: la carga genética es un factor determinante.
- Presión intraocular elevada: un dato clave en la detección precoz.
- Enfermedades crónicas: diabetes, hipertensión o afecciones cardiovasculares.
- Problemas refractivos extremos: tanto miopes como hipermétropes presentan una mayor vulnerabilidad.
- Tratamientos prolongados con corticoides, que pueden derivar en un glaucoma secundario.

Prevenir es ver a tiempo
Los expertos de General Optica insisten en que, aunque el glaucoma no se puede curar, sí se puede tratar y frenar si se detecta a tiempo. Las principales herramientas para ello son:
- Tonometría: mide la presión intraocular. Es indolora y rápida.
- Retinografía y otras pruebas de imagen: permiten evaluar el estado del nervio óptico.
- Campimetría visual: para detectar pérdidas en el campo de visión periférica.
- Revisiones regulares: especialmente si se tiene más de 40 años o alguno de los factores de riesgo mencionados.
General Optica recomienda acudir a revisiones periódicas con un óptico-optometrista de confianza, capaz de realizar una valoración integral y derivar al especialista si es necesario.
Un diagnóstico temprano puede salvar tu vista
El glaucoma es, por definición, una carrera contra el tiempo. En la mayoría de los casos, el daño no se puede revertir, pero sí se puede frenar su progresión. De ahí que el diagnóstico temprano sea la mejor herramienta que tenemos para preservar nuestra visión.
Y aunque no existen fórmulas mágicas, una buena salud ocular empieza con un simple gesto: una revisión visual completa. Porque ver bien no solo es cuestión de gafas; también lo es de prevención.
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