En países como España, el mercado inmobiliario vive actualmente un auténtico boom en venta y alquiler de viviendas. No obstante muchas de ellas podrían quedarse fuera de dicho mercado a partir de 2030 por un tema de calificaciones de eficiencia energética. Ninguna vivienda con una calificación energética inferior a E podrá venderse o alquilarse legalmente. Y en 2033, ese listón subirá a la letra D. El desafío es claro y urgente: las casas que no cumplan con estos estándares quedarán fuera del mercado.
España se enfrenta a una situación especialmente compleja. Según datos del Ministerio para la Transición Ecológica, la mayoría de los edificios residenciales actuales se sitúan entre las letras E, F y G en el Certificado de Eficiencia Energética (CEE), lo que los convierte en candidatos directos a ser desvalorizados o inhabilitados en pocos años. Si no se actúa, miles de viviendas verán bloqueadas sus posibilidades de venta o alquiler, lo que amenaza tanto a particulares como a inversores.

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Los tipos de vivienda que corren peligro para el mercado del alquiler y venta para 2030
En este contexto, la empresa Sto Ibérica, especializada en soluciones constructivas para la eficiencia energética, alerta sobre los perfiles más vulnerables del parque residencial español. A continuación, recopilamos las principales señales de alarma y las actuaciones necesarias para evitar que tu casa se quede atrás.
1. Antigüedad sin reformas
Las viviendas construidas antes de 1980 son especialmente vulnerables. Más del 40% del parque residencial español se edificó sin ninguna obligación normativa de aislamiento térmico, y muchos de estos inmuebles no han sido rehabilitados desde entonces. Es probable que su calificación energética sea F o G, lo que los coloca directamente en el grupo de riesgo para 2030.
2. Facturas energéticas desproporcionadas
Si calentar la casa en invierno o enfriarla en verano se traduce en una factura mensual excesiva, el problema puede estar en una mala envolvente térmica. Las pérdidas de energía por ventanas, fachadas o cubiertas sin aislar pueden suponer hasta el 50% del total del consumo energético del hogar. Este sobrecoste, además de ser insostenible, lastra el valor del inmueble en el mercado.
3. Humedades, moho o disconfort térmico
Estos síntomas no solo afectan a la salud de los ocupantes, sino que evidencian fallos estructurales graves en el aislamiento o la ventilación de la vivienda. Las condensaciones o la sensación permanente de frío en invierno y calor en verano indican que la calificación energética será baja y el inmueble difícilmente competitivo.
4. Mal rendimiento en climas cálidos
El sur y centro de España sufren cada vez más olas de calor. En estas zonas, la falta de protección solar, aislamientos adecuados o colores claros en fachadas multiplica la necesidad de climatización. El consumo energético se dispara, empeorando la calificación CEE y el atractivo de la vivienda.
5. Carpinterías obsoletas
Muchas viviendas mantienen ventanas de aluminio sin rotura de puente térmico y cristales simples, lo que supone pérdidas de energía de hasta un 30%. Renovar estas carpinterías por opciones con doble o triple acristalamiento puede suponer una mejora directa de una o dos letras en el certificado energético.
6. Sin actuación en la envolvente
Cambiar ventanas o instalar nuevos equipos de climatización no basta. La envolvente del edificio (fachadas, cubiertas, medianeras) es clave para alcanzar las nuevas exigencias europeas. Soluciones como SATE (sistema de aislamiento térmico exterior) o fachadas ventiladas permiten ahorrar hasta un 30% en consumo energético, según el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE).
7. Equipos térmicos anticuados
Las calderas antiguas de gasóleo, calentadores atmosféricos o sistemas de climatización obsoletos penalizan gravemente la calificación energética del inmueble. Renovarlos por aerotermia, bombas de calor o calderas de condensación, junto con electrodomésticos eficientes (etiqueta A o superior), mejora notablemente el rendimiento energético y revaloriza la vivienda.
8. Ausencia de tecnologías complementarias
La falta de paneles solares, protecciones solares móviles, ventilación mecánica con recuperación de calor o sistemas domóticos también influye negativamente en el CEE. Cada detalle cuenta. Incluso la eficiencia en el uso del agua, con sistemas de ahorro en griferías o cisternas, puede marcar la diferencia.
¿Qué pasa si tu casa no cumple?
Más allá del simple cumplimiento normativo, una mala calificación energética ya tiene consecuencias reales en el mercado. Desde 2013, el CEE es obligatorio en cualquier operación de compraventa o alquiler. Pero ahora, con las nuevas normativas europeas en el horizonte, los inmuebles con calificación F o G corren el riesgo de perder completamente su valor de mercado. Las rebajas en el precio de venta ya se están produciendo, y no son pocas las operaciones que se cancelan al no alcanzar los umbrales mínimos exigidos por compradores, arrendadores o financiadores.
El momento de actuar
El segundo y último trimestre del año son, históricamente, los más activos en compraventa de vivienda en España, según datos del Ministerio de Transportes y Movilidad Sostenible. Esto implica que decenas de miles de propietarios tendrán que revisar el estado energético de sus inmuebles antes de lanzarlos al mercado.
Las mejoras, en muchos casos, son accesibles, escalables y tienen retorno económico. Rehabilitar una fachada con SATE, cambiar ventanas o sustituir equipos térmicos antiguos no solo mejora el confort y reduce las facturas: es la única manera de mantener la vivienda dentro del mercado a partir de 2030.