Padecer de cualquier enfermedad puede resultar incómodo y desgastante, pero cuando esta genera dolor y además afecta diversos órganos o sistemas, la situación puede convertirse en una verdadera pesadilla. Sin embargo, contar con un diagnóstico oportuno puede ayudar a tratarla y minimizar los síntomas, a continuación todo sobre la Espondilitis anquilosante.
Tabla de Contenidos
¿Qué es la espondilitis anquilosante?
La espondilitis anquilosante posee un nombre que puede descomponerse para entender su significado con mayor facilidad.
El fragmento “Espondil” hace referencia a la espina dorsal, la terminación “itis” significa inflamación y el término “anquilosante” denota rigidez o entumecimiento. Cada fragmento que compone el nombre de la patología Espondilitis anquilosante, explica de que se trata.
De forma más concreta, la Espondilitis anquilosante es una enfermedad similar a la artritis, sin embargo, en esta patología en particular se ve afectada la columna vertebral y la espalda. La Espondilitis anquilosante es un tipo de espondiloartropatía en la que los ligamentos y articulaciones de la espina dorsal se inflaman, causando dolor y rigidez a quien la padece.
Esta patología tiene como punto de partida la zona inferior de la espalda y puede irse extendiendo de forma progresiva ascendente, hacia la parte alta de la espalda y el cuello. Esta patología puede evolucionar a un estado crónico, en el que pueden verse afectadas otras estructuras óseas, ligamentos y articulaciones del cuerpo, llegando incluso a ocasionar fusión de vértebras o rigidez extrema en la cadera.
La Espondilitis anquilosante es una enfermedad que suele afectar más frecuentemente a los hombres jóvenes, entre los 15 y los 30 años de edad e igualmente, es más frecuente su aparición en personas anglosajonas que afroamericanas.
¿Cuál es la causa de la espondilitis anquilosante?
La causa concreta que ocasiona la aparición de la Espondilitis anquilosante aun es desconocida para la comunidad científica, sin embargo, gracias al avance de la tecnología y los estudios comparativos entre pacientes con esta enfermedad, ha sido posible determinar cierto factor común.
Los estudios genéticos han determinado que en casi el 90% de los pacientes con espondilitis anquilosante sometidos al estudio, el factor común era la presencia de un gen identificado como HLA-B27, lo cual, unido a los factores predisponentes como la raza, el sexo y la edad, ha permitido establecer una conexión irrefutable.
Estos estudios y la presencia del gen HLA-B27 podrían implicar que la aparición de la espondilitis anquilosante puede estar relacionada a un factor hereditario predisponente.
Esto significa que poseer el gen HLA-B27 no implica obligatoriamente que una persona padezca, o padecerá en el futuro, de Espondilitis anquilosante, sino que tener este gen, sumado a otros factores como la raza, el sexo y la edad, pueden predisponer a una persona a padecer Espondilitis anquilosante.
Otra teoría que la comunidad científica ha puesto recientemente sobre la mesa, es el hecho de que la aparición de la Espondilitis anquilosante en un momento determinado, en un paciente con factores predisponentes, puede estar relacionado con la contaminación por bacterias determinadas, sin embargo, esta teoría actualmente no ha sido desarrollada o sustentada formalmente con estudios.
Conoce los síntomas
Esta patología presenta como síntoma primario el dolor agudo, producido por la inflamación de las articulaciones y tendones cercanos a la coyuntura sacroiliaca, en la parte baja de la espalda. Posteriormente, además del dolor agudo, se hace presente la rigidez.
Los síntomas primarios pueden padecerse por períodos que van de una semana a varios meses y suelen agravarse en reposo.
Conforme el paciente presenta dolor agudo y rigidez procura minimizar su movimiento para evitar el dolor, conducta que solo agrava la situación, ya que los síntomas aumentan en situaciones de reposo o inactividad, convirtiendo la sintomatología en círculo vicioso que solo se rompe con el tratamiento adecuado.
En la medida que la enfermedad avanza los síntomas se agravan llegando a extenderse de forma progresiva a otras partes del cuerpo, ocasionando rigidez y dolor crónico que pueden incapacitar a una persona, limitando su movilidad, flexibilidad y capacidad para realizar tareas sencillas.
Cuando la enfermedad avanza, es posible que ocasione inflamación, rigidez y fusión en articulaciones y tendones de forma extensiva, es decir que comienza en la parte baja de la espalda e invade la parte alta de la misma, el cuello, el tórax y más.
Otros síntomas menos comunes incluyen fiebre, pérdida del apetito, cansancio y pérdida de peso.
Diagnóstico
Para diagnosticar la Espondilitis anquilosante basta con recurrir a métodos de imagenología como los Rayos X, junto con la exploración a través del examen físico y la sintomatología del paciente.
Las imágenes alteradas con inflamación, y fusión de vértebras en los casos severos, pueden indicar al médico la presencia de Espondilitis anquilosante, lo cual se corrobora con un estudio genético para determinar la presencia del gen HLA-B27 y los factores predisponentes asociados.
¿Qué órganos afecta la espondilitis anquilosante?
Al tratarse de una patología crónica que en los estadios graves puede invadir otras zonas del cuerpo, también se le ha considerado como una patología sistémica, esto significa que la Espondilitis anquilosante puede llegar a afectar, además de la espina o columna vertebral, el cuello, la cadera y el tórax, órganos como los pulmones, el corazón e incluso los ojos.
Tanto en los pulmones como el corazón, la afección se debe a que la rigidez e incluso fusión entre las vértebras o entre las costillas, limitan el movimiento normal de la cavidad, limitando a su vez la expansión del tórax y afectado seriamente los órganos, ocasionando incluso presión sobre ellos y deteriorando su funcionamiento.
Los ojos pueden presentar dolor, enrojecimiento e intolerancia a la luz, lo que se agrava conforme la Espondilitis anquilosante avanza.
En líneas generales, la Espondilitis anquilosante puede incluso afectar articulaciones más distales, tanto en miembros inferiores como superiores, por ejemplo rodillas, tobillos, codos, muñecas y más.
Tratamiento
El tratamiento integral de la Espondilitis anquilosante está dirigido a mantener la funcionalidad del paciente, aliviar su dolor y atenuar síntomas como la rigidez. Para ello se emplean alternativas farmacológicas como los antiinflamatorios no esteroideos, antirreumáticos y otros fármacos en fase experimental con la enfermedad.
Además se recurre a los hábitos posturales, la terapia física y psicológica, y en los casos más graves la resolución quirúrgica para reemplazo de articulaciones.
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