«El trabajo más difícil del mundo
tiene sus frutos más tarde en la vida»
Aunque los científicos aún no están seguros de lo que más influye en el desarrollo de un niño – lo innato o lo vivido – se sabe muy bien de que los dos son increíblemente importantes y complementarios uno del otro. Es difícil trazar los efectos de ambos con el tiempo, sin embargo, muchos factores entran en juego.
Un nuevo estudio, publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences, ha trazado el desarrollo neurológico de 127 niños a lo largo de sus primeros años de vida, hasta sus primeros años de adolescencia. Al mirar los cambios en el hipocampo – la región del cerebro principalmente asociada con la formación de la memoria – por un largo tiempo, fueron capaces de hacer una remarcable conclusión: el apoyo maternal en la infancia causa que su hipocampo sea más del doble en tamaño.
“Este estudio sugiere que hay un periodo sensible cuando el cerebro responde más al amor maternal”, dijo Joan L. Luby, un psiquiatra de infantes en el Hospital de Niños de St. Louis y de la Universidad de Washington, y autor líder del estudio.
El hipocampo está fuertemente asociado con la consolidación de los recuerdos de corto plazo a largo plazo, así como también con la regulación del estrés y con la habilidad de navegar espacios tridimensionales. Mientras mejor se desarrolle el hipocampo, mas “inteligente” tenderá a ser la persona.
Aunque ha habido algunas sugerencias en el pasado que el tamaño promedio del hipocampo varía entre los hombres y las mujeres, se mostró recientemente que esto era incierto. Sin embargo, las personas si tienen diferentes volúmenes de hipocampo, y los investigadores detrás de este estudio querían saber cuánta “experiencia” influyen en esto mientras se desarrollan los cerebros durante la infancia.
Los niños escogidos para su estudio tenían tres ondas de imagen de resonancia magnética (IRM) – una técnica para obtener información sobre la estructura y composición del cuerpo a analizar – a lo largo de sus primeros años, desde la etapa preescolar al comienzo de la adolescencia. El nivel de apoyo o amor maternal a lo largo de sus primeros años de vida también fue tomado en cuenta.
El apoyo preescolar se estimó al dar a los participantes una tarea de paciencia-esfuerzo. Se colocó un regalo ante cada niño, que tenían que esperar 8 minutos, supervisados por sus madres, antes de que se les permitiera abrirlos. Mientras más apoyaba la madre a su hijo manteniéndolo feliz y desestresado durante la espera, mayores resultados mostraban.
El apoyo en la etapa escolar se estimó al pedirle tanto a las madres como a los niños resolver un rompecabezas juntos. Solo los padres podían ver las piezas, así que tenían que ayudar al niño a juntarlas. Una vez más, mientras más apoyo le daban, mejores resultados mostraba.
Para el final del estudio, las familias que mostraron los niveles más altos de amor maternal – particularmente durante los años preescolares – además exhibieron el aumento más alto en el volumen del hipocampo. Los niveles altos de apoyo pudieron resultar en un incremento de 2.06 veces más en el volumen comparado a niños que recibían apoyo por debajo del promedio.
Este incremento en el volumen del hipocampo no estaba correlacionado con el coeficiente intelectual, aunque estaba asociado a un mejor desarrollo emocional. Por otra parte, los niños que tuvieron un bajo apoyo durante la etapa preescolar, pero un buen apoyo durante la etapa escolar, aún tenían un hipocampo relativamente pequeño.
“La relación padre-hijo durante el periodo preescolar es vital”, concluyó Luby. “Pensamos que se debe a una mayor plasticidad en el cerebro cuando los niños son más jóvenes, lo que significa que el cerebro está más afectado por experiencias en los primeros años de vida”.
Aunque el estudio se concentró en la relación madre-hijo, no hay evidencia que sugiera que un padre atento no produciría los mismos resultados.
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