Cuando se trata de hacer ejercicio, para la mayoría de las personas la pregunta no es si deberían hacerlo, sino cuanta actividad necesitan para mejorar su salud.
En el último estudio publicado por el Centro Nacional para Estadísticas de Salud (NCHS – por sus siglas en inglés), investigadores miraron de cerca a cómo los trabajos influyen en la cantidad o tiempo de ejercicio que la gente puede hacer en su tiempo libre. El estudio incluyó datos de encuestas nacionales de americanos conducidas entre el 2008 y el 2014. Los lineamientos federales ahora recomiendan que las personas tengan al menos 150 minutos de actividad física moderada, o 75 minutos de actividad vigorosa cada semana, más algún entrenamiento de peso para fortalecer los músculos unos pocos días a la semana.
Si bien esta recomendación incluye hacer ejercicios tanto en el trabajo como después del trabajo, la mayoría de las personas están realizando poca a nada actividad física en sus puestos de trabajo. Entonces Debra Blackwell y Tainya Clarke del NCHS decidieron analizar los datos de cómo los trabajos de las personas correlacionaba con la cantidad de ejercicio que hacían durante sus horas libres.
Lo que encontraron fue que en general, el 43% de los empleados adultos no llevaban a cabo la cantidad de ejercicio recomendada. Y las personas con trabajos de producción, los cuales suelen involucrar una mayor labor física, tendían a ejercitarse menos en su tiempo de ocio que las personas con trabajos administrativos o de oficina; el 51% de las personas con trabajos de producción fallaron en el cumplimiento de las recomendaciones de ejercicio comparadas a solo cerca del 30% de personas con trabajos profesionales y de administración.
De hecho, las personas con empleos más sedentarios fueron los que reportaron una mayor actividad física recreacional.
La educación resultó ser un factor importante en el vínculo entre los trabajos y la actividad física. Mientras mayor es la educación, más tendían las personas de cumplir los requerimientos de ejercicios físicos. Incluso entre las personas con trabajos de producción, aquellos con niveles educacionales más altos tendían a ejercitarse más fuera del horario de trabajo. “La educación es capital social”, dice Blackwell. “Es mucho más que el mayor nivel logrado. Representa acceso a la información, y cómo uses esa información para tomar decisiones acerca de estilos de vida”.
Es muy posible que una mayor educación ayudara a las personas a aprender más acerca de los beneficios de hacer ejercicio, y además tienen más recursos para estar físicamente activos cuando no estaban trabajando.
Este reporte no investigó cosas como si las personas fumaban o cómo era su dieta, pero Blackwell sospecha que la educación también puede influir en esos factores.
Además el estudio no incluyó información de cuanto ejercicio estaban haciendo las personas mientras estaban en el trabajo, así que es posible que la gente en trabajos de producción hacían más ejercicio durante sus turnos y por lo tanto se ejercitaban menos en su tiempo de ocio, mientras que las personas con trabajos profesionales que son más sedentarios hacían los contrario.
Eso es alentador, especialmente dado que más estudios han estado confirmando los peligros de sentarse mucho tiempo, incluyendo mayores riesgos de cáncer y discapacidad, así como también enfermedades del corazón y obesidad.
Los resultados de Blackwell insinúan que la gente con trabajos sedentarios deban prestar más atención, y agregar más actividad física a sus horas libres. Si esos ejercicios que hacemos durante el fin de semana son suficientes definitivamente será objeto de otros estudios. Por ahora, Blackwell dice, “le diré a mi abuela que use la caminadora, y que coma frutas y vegetales”.
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