[no_toc]Nos paramos en la pista de baile y tratamos de sincronizar nuestro cuerpo con el ritmo de la música. Varias formas de baile, incluso el cuestionable twerking, se han transformado en desempeños físicos agradables a la vista. El cerebro es capaz de orquestar estos movimientos, ordenando a nuestras articulaciones como y cuando moverse.
Existen muchos mecanismos neurales relacionados al baile que pueden ofrecer un vistazo dentro del cerebro humano, y como es capaz de ejecutar movimientos tan coordinados.
El cerebro en movimiento
Es un maravilla presenciar esos movimientos corporales tan exquisitos, tanto física como psicológicamente. Cuando nos movemos, empleamos neuronas y químicos corporales para controlar los músculos que afectan las articulaciones, el movimiento, y el balance. El sistema nervioso activa grupos de músculos, que trabajan juntos para lograr ese movimiento.
Movimientos voluntarios, como empezar al segundo golpe en la salsa, se originan en la corteza motora, que está involucrada en el planeamiento, control, y ejecución de este movimiento. Las señales de la corteza motora viajan hacia las 20 millones de fibras nerviosas de la medula espinal para decirle, por ejemplo, a la cadera que responda de cierta manera. Es interesante que, mientras más pequeño sea el movimiento, más se concentra la corteza motora en entregar ese movimiento en específico.
Entretanto, los ganglios basales, un grupo de células cerebrales, se comunican con otras regiones del cerebro para coordinar movimientos. Además mueve al cuerpo en respuesta a informaciones sensoriales.
“Lo llamamos hábitos,” dice Samira Shuruk, bailarina profesional de 30 años.
Reforzando la memoria muscular
Bailar mejora las funciones cerebrales de varias formas. Primero, nuestra memoria muscular nos permite aprender a bailar sin pensar en los pasos. De acuerdo al neurocientista Daniel Glasser, esto pasa porque “los movimientos se mapean en el cerebro, creando una ‘abreviación’ entre pensar y hacer.”
En otras palabras, memorizamos como hacer las cosas tan eficientemente que no requieren de un esfuerzo consciente. En el baile, esto se hace al repetir movimientos constantemente, que se practican hasta el punto que se pueden hacer automáticamente.
A pesar de que la memoria muscular no puede distinguir entre un movimiento correcto y uno erróneo, un estudio sugiere que las endorfinas que se liberan después de realizar un movimiento exitoso hace que el cerebro lo almacene como la forma correcta de moverse – un proceso que constantemente reconecta las vías neurales del cerebro.
La Dra. Becca Rodríguez, física osteopatíca, cree que podemos estimular las células de memoria muscular (células B) con cualquier actividad.
“Estas células se activan con la repetición de actividades o movimientos, y ayuda a nuestros cuerpos a recordar ciertos movimientos para coreografías,” afirma.
Dándole un empujón al cerebelo
El cambio entre pensar los movimientos y realizarlos intuitivamente causa un cambio en la actividad cerebral desde el cerebelo – la “parte pensativa” del cerebro que controla los movimientos voluntarios – al cerebelo, que controla el equilibrio y el balance, y coordina señales de movimiento producidas en otras partes del cerebro. En conjunto, esto nos permite llevar a cabo los movimientos sin esfuerzo.
Un estudio publicado en la revista Corteza Cerebral encontró que la práctica de giros repetidos por las bailarinas aumenta el tamaño del cerebelo y disminuye la sensación de mareo.
Volviendo a la memoria muscular, cuando sea que escuchemos música e inmediatamente empecemos a bailar sin pensar, estamos accediendo a nuestro cerebelo, que entiende cómo mover nuestros músculos rápidamente.
Promoviendo la neuroplasticidad
Nuestros cerebros son maleables, gracias a un mecanismo conocido como neuroplasticidad. Mientras no seamos capaces de regenerar nuestras extremidades, podemos hacer que nuestro cerebro forme nuevas conexiones. La materia gris – donde se mantienen la mayoría de las células neurales – se puede encoger y también crecer, llevando a las conexiones neurales a copiar y refinarse ellas mismas, o debilitarse y romperse, respectivamente. La evidencia sugiere que estos cambios pueden llevar a cambios en nuestras habilidades.
Por ejemplo, el libro Spark: La Nueva Ciencia Revolucionaria del Ejercicio y el Cerebro, nos provee de abundante evidencia que sugiere que la actividad física tiene grandes ganancias cognitivas, como un volumen más grande de materia gris en el hipocampo del cerebro, el cual es importante para la memoria. Un aumento de la materia gris está asociado con un cerebro más joven, y una mejor salud cerebral.
Bailar aleja los trastornos cerebrales
Bailar puede alejar enfermedades cerebrales e incrementar la agudeza mental en todas las edades. Participar en bailes o actividades similares puede reducir dramáticamente la ocurrencia de demencia y trastornos de Alzheimer.
Un estudio del 2013 encontró que el baile de estilo libre, que requiere la rápida toma de decisiones, es esencial para mantener una mente aguda porque fuerza al cerebro a reconectar regularmente sus vías neurales, especialmente en las regiones que involucran funciones ejecutivas – habilidades mentales que nos ayudan a hacer las cosas – memoria a largo plazo, y reconocimiento espacial – usando habilidades de razonamiento para descifrar objetos en 3D y dibujar conclusiones a partir de ellos basados en información limitada.
“Todas las acciones de arriba se deben a un incremento en el flujo de sangre, respuesta neural cuando escuchamos música, la respuesta psicosocial que tenemos cuando interactuamos con otras personas y respuesta de tendones musculares para la estimulación de fuerza/balance en el cuerpo humano,” afirma Rodríguez.
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